Más de un millón de hectáreas del campo español han resultado siniestradas por tormentas, la sequía o las diferentes heladas en el primer semestre del año, una cifra que, pese a su rotundidad, es un 55 % inferior a la del mismo periodo del pasado ejercicio.
La Agrupación Española de Entidades Aseguradoras de los Seguros Agrarios Combinados, Agroseguro, sitúa en 1.087.579 las hectáreas que han resultado dañadas por las diferentes inclemencias meteorológicas durante los primeros seis meses del año, frente a los 2.454.607 de enero a junio de 2023.
A pesar de que los agricultores y ganaderos han comunicado un total de 800.097 hectáreas, sólo un 6 % menos que en 2023, las indemnizaciones que se han aprobado disminuyen en mucha mayor proporción.
En total, las indemnizaciones a través de Agroseguro suman 402,22 millones de euros, lo que supone un 47 % menos que en el primer semestre del pasado año, cuando estas ascendieron a 772,6 millones de euros.
Mientras que en las líneas de ganadería son bastante más similares, el principal cambio en estos dos ejercicios se sitúa en la siniestralidad de los cultivos.
Por ahora, unas 69.000 hectáreas de diferentes cultivos se han visto afectadas por las diferentes inclemencias meteorológicas por valor de 323 millones de euros.
A fecha de 30 de junio de 2023 eran casi 115.000 las hectáreas afectadas y por un valor más del doble, 687 millones de euros en concreto.
Los daños en el campo mes a mes
El informe de Agroseguro describe un comienzo del año sin siniestros de gran significación, aunque se produjeron inclemencias que afectaron a cultivos de producción invernal en las primeras semanas del mes por la entrada de varias borrascas de forma consecutiva.
Febrero transcurrió, recuerda Agroseguro, con predominio de estabilidad atmosférica, sin eventos climatológicos adversos de relevancia, hasta convertirse en un «mes más cálido y húmedo de lo habitual».
El viento sí sopló con fuerza en el litoral mediterráneo y produjo daños en cítricos de la Comunidad Valenciana y Murcia, de por sí afectadas por las borrascas del mes anterior.
Mónica y Nelson
Fue en marzo cuando toda España se vio afectada por la entrada de varias borrascas, entre las que destacaron «Mónica» y «Nelson», que descargaron gran cantidad de agua y nieve en cotas altas, en ocasiones acompañadas de pedrisco.
En los frutales los efectos de la inestabilidad atmosférica han incidido en su «deficiente cuajado», que derivará en una «menor productividad».
Abril, definido como un mes «muy seco», registró una bajada puntual de las temperaturas en la madrugada del día 19 en zonas de las comarcas de Rioja Alta (La Rioja) y Rioja Alavesa (provincia de Álava), que causó daños por helada, de alcance relativamente moderado, en los viñedos de estas áreas.
Además, la irrupción desde el norte de Europa de una masa de aire ártico el día 22 provocó un descenso térmico acusado en la península y Baleares especialmente en las madrugadas de los días 23 y 24 de abril, lo que conllevó heladas en amplias zonas de Castilla y León y al norte y al este de Castilla-La Mancha.
Mayo estuvo marcado por la variabilidad atmosférica, «con altibajos térmicos de considerable amplitud y predominio de falta de pluviometría, salvo en la cornisa cantábrica, noroeste y meseta norte».
La entrada de una masa de aire polar los primeros días del mes produjo de nuevo heladas en las principales zonas vitivinícolas de Castilla y León y Castilla-La Mancha.
Además, hubo daños por lluvia en cereza, por agrietamiento o rajado del fruto, en aquellas variedades próximas a recolección y falta importante de producción en cereales y leguminosas por los efectos de la sequía en aquellas zonas que acumulaban déficit hídrico desde el inicio del año agrícola.
Son especialmente importantes en el Bajo Aragón, Cataluña, el litoral mediterráneo y el oeste de Andalucía y de Castilla La Mancha.
Junio fue muy húmedo y con inestabilidad meteorológica, con periodos de intenso calor a los que sucedían bajadas bruscas de temperatura acompañadas de fuertes lluvias y tormentas con granizo, que han supuesto «una importante siniestralidad en diferentes cultivos», en fase de desarrollo y en periodo de recolección.
Por los efectos de la lluvia persistente y torrencial, destacan los daños en el cultivo de ajo en Castilla-La Mancha, además de en otras hortalizas, como patata, cebolla, pimiento, melón y sandía, más repartidas.
La combinación de las tormentas, el pedrisco y la sequía han dado como resultado un mes de alta siniestralidad en cereales de invierno y leguminosas en Cataluña, Aragón y Castilla-La Mancha.