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Almería y Málaga, provincias de mayor estrés hídrico

Almería y Málaga son las dos provincias de Andalucía que sufren mayor estrés hídrico y también las que cuentan actualmente con la práctica totalidad de plantas desaladoras.

Después de que el presidente andaluz, Juanma Moreno, reclamara un mapa de desaladoras que permita subsanar el déficit hídrico, desde sectores como la Mesa del Agua de Almería o la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua) han advertido sobre las necesidades de la comunidad en esta materia.

De acuerdo a la Fundación Aquae, de las más de 750 plantas desaladoras existentes en España, Almería -una de las provincias más secas de España- es también la zona de la comunidad andaluza que mejor ha sabido adaptarse y que cuenta actualmente con más infraestructuras de este tipo en funcionamiento.

Es el caso de las desaladoras del Levante y el Poniente Almeriense, en Carboneras y Campo de Dalías (El Ejido), ambas operadas directamente por la empresa pública Acuamed y con capacidad para producir en torno a 40 y 30 hectómetros cúbicos anuales, respectivamente.

La provincia de Almería también cuenta con otra planta gestionada por Acuamed en el Bajo Almanzora, fuera de servicio y pendiente de reparación tras una riada de 2012, a pesar de que podría aportar 20 hectómetros cúbicos más de agua; y con otra en Almería capital, de gestión municipal y con torno a 15 hectómetros de capacidad.

Entre estas instalaciones públicas y otras de carácter privado de menor envergadura, la provincia de Almería dispone actualmente de unos 85 hectómetros cúbicos de agua desalada, de acuerdo a los cálculos de la Mesa del Agua.

Un volumen hídrico aproximado que, según la Federación de Regantes de Almería (Feral), debería aumentar en un 150 % para el horizonte de 2030, de forma que puedan asumirse las necesidades tanto de la agricultura como de abastecimiento urbano de la costa.

Por ello, desde la Mesa del Agua de Almería, su portavoz, José Antonio Fernández, ha pedido que las plantas actuales puedan funcionar al 100 % de capacidad, que se amplíen las ya existentes y que se construyan otras nuevas.

Málaga, agua de mar y agua salobre

En el caso de la provincia de Málaga, la principal desaladora se encuentra en Marbella, operada por Acosol y capaz de producir más 15 hectómetros cúbicos de agua al año, aunque la Fundación Aquae también incluye en su clasificación de plantas más importantes a la desalobradora (de agua salobre, no de mar) de El Atabal, operada por Emasa en la capital y capaz de producir unos 70 hectómetros anuales.

En la misma provincia malagueña una de las infraestructuras más esperadas es la desaladora de la Axarquía, para dar respuesta a la necesidad de sus municipios y sus sectores productivos, vinculados al importante cultivo de subtropicales.

87 hectómetros actuales de agua de mar

Según los datos facilitados a EFE por la sociedad estatal Acuamed, las capacidad instalada de desalación de agua de mar en las plantas de Carboneras, Campo de Dalías y Marbella suma actualmente 87 hectómetros cúbicos al año, mientras que la de agua salobre, en Atabal, es de 58 hectómetros.

En este momento, entre las actuaciones encomendadas a Acuamed están la mejora de la eficiencia de Marbella y Carboneras y la ampliación de producción de Campo de Dalías en más de 10 hectómetros, además de la ampliación de un bastidor más en Bajo Almanzora, una vez que se repare la planta.

Asimismo se ha planteado la encomienda a Acuamed de dos plantas más en Andalucía, aunque todavía no concretado su ejecución, para la desalación en la Costa del Sol (Axarquía) y en el Levante Almeriense (Bajo Almanzora II).

En este contexto, el secretario general de Feragua, Pedro Parias, ha puesto el acento en que las necesidades hídricas de Andalucía no se limitan al abastecimiento urbano, la agricultura o la industria, sino que el desarrollo futuro del hidrógeno verde también debería llevar aparejado un consumo de agua vinculado a la desalación.

«Los proyectos vinculados al hidrógeno verde deben ir con agua desalada», ha sentenciado a EFE Parias, quien asimismo se ha referido al coste asociado a la desalación, pese a que esta pueda constituir una fuente «casi sin límite» de recursos hídricos.