Según una investigación desarrollada en la Universidad de Córdoba, este microorganismo promueve el crecimiento de la planta sin tener que recurrir a productos perjudiciales para el medio ambiente.
Aunque el hongo Fusarium oxysporum es muy perjudicial para muchos cultivos, «la cepa FO12 es no patogénica (no causa enfermedad) y ha demostrado ser un agente de biocontrol frente a Verticillium dahliae”, ha explicado este martes en un comunicado Javier Romera, catedrático de la Unidad de Excelencia María de Maeztu–Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO).
El poder de controlar enfermedades de esta cepa se conocía ya gracias a trabajos previos del grupo de Patología Agroforestal, y probablemente se deba a que es capaz de activar la resistencia sistémica inducida (ISR), una especie de sistema inmune que tienen las plantas para defenderse.
En la regulación de esta respuesta defensiva intervienen sustancias como el etileno y el óxido nítrico, que también están implicadas en la activación de las respuestas a la deficiencia de hierro.
«Como este hongo ya inducía respuestas defensivas, pensamos que también podría inducir respuestas a la deficiencia de hierro, y esa ha sido la idea del estudio, probar que también las induce«, señaló el investigador Carlos Lucena.
Por tanto, este estudio prueba que la cepa FO12 mejora las respuestas a la deficiencia de hierro en plantas de pepino en suelos calcáreos. A las 24 horas de la inoculación de las raíces de las plantas de pepino con este microorganismo ya se ven resultados, debido a que se activan los genes relacionados con la respuesta al déficit de hierro y, a los varios días de cultivo, aumenta el crecimiento de la planta.
Invernadero
El estudio se ha llevado a cabo con plantas de pepino cultivadas en solución nutritiva, «un sistema más artificial», y también en macetas con suelos calcáreos, en condiciones de invernadero «porque la idea es que esos microorganismos se puedan aplicar como biofertilizantes que favorezcan la adquisición de hierro en esos suelos calcáreos, donde hay más problemas«, subrayó Romera.
En ambos métodos de cultivo, el hongo estimuló la adquisición de hierro y el crecimiento de las plantas.
El uso de este tipo de microorganismos como biofertilizante, además de incidir en la sostenibilidad medioambiental, por ser elementos naturales que evitan el uso de fertilizantes de síntesis química, ayuda a regular las comunidades de microorganismos del suelo, ya que su mera presencia hace que ocupen los nichos que pudiesen ocupar otros hongos patógenos que producen enfermedades.
«El objetivo final sería desarrollar un bioestimulante que permita tanto proteger a los cultivos del ataque de posibles patógenos, así como mejorar la nutrición férrica de las plantas en condiciones adversas«, afirmó el investigador Miguel Ángel Aparicio.
El camino para hacer realidad su uso en campo pasa por analizar su efecto sobre otros nutrientes, como el fósforo, optimizar las dosis de tratamiento y conocer las condiciones más adecuadas para su aplicación en campo.
El personal investigador de la Dauco, que trabaja en el grupo de Fisiología Vegetal, lleva décadas estudiando estas respuestas de las plantas y buscando estrategias que hagan al hierro más disponible para las plantas, evitando la clorosis férrica y aumentando el crecimiento de los cultivos.