El proyecto europeo Diverfarming, que ha estudiado los efectos agronómicos, medioambientales y socioeconómicos de la diversificación de cultivos, de las prácticas de manejo sostenible y de la reducción de insumos en los suelos agrícolas, ha llegado a su fin tras cinco años de trabajo. A lo largo de ese tiempo, equipos de investigación, agricultores, administraciones públicas, empresas y asociaciones agrícolas de ocho países europeos (Alemania, España, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Finlandia y Suiza) han trabajado conjuntamente con la idea de establecer un cambio de paradigma hacia una agricultura más sostenible en la que se deje a un lado la agricultura intensiva basada en el monocultivo y se potencie la biodiversidad.
Financiado por el Programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea dentro del reto de “Seguridad alimentaria, agricultura y silvicultura sostenibles, investigación marina, marítima y de aguas interiores y bioeconomía”, el proyecto se ha estructurado en 10 paquetes de trabajo y se ha desarrollado desde un punto de vista local teniéndose en cuenta las peculiaridades climáticas, culturales o del suelo de cada región e integrando a todas las partes implicadas en la cadena de valor.
Dentro del proyecto Diverfarming, y en un contexto en el que los suelos juegan un papel cada vez más protagonista en la lucha contra el cambio climático, se han probado diferentes estrategias de diversificación de cultivos y prácticas de manejo sostenible en cultivos como el olivar tradicional de secano, el almendro de secano, el mandarino de regadío, o cultivos hortícolas como el melón o el brócoli y los cereales. Además, se ha creado un prototipo de maquinaria para la gestión de un campo en el que convivan varios cultivos.
Raúl Zornoza, investigador de la Universidad Politécnica de Cartagena y coordinador de Diverfarming, sostiene que el proyecto ha ido más allá de lo esperado convirtiéndose en «una iniciativa colaborativa donde diferentes actores de toda Europa con diferentes áreas del conocimiento y actividad profesional han contribuido con motivación y entusiasmo a cambiar los modelos agronómicos actuales para garantizar una sostenibilidad a largo plazo». Zornoza destaca que no solo se han dado pasos para una «una transición justa y real hacia un modelo sostenible de producción agrícola», sino que también se han estrechado vínculos entre todas las personas implicadas. «Esta unión y armonía del equipo ha facilitado el logro de todos los objetivos del proyecto propuestos y de los impactos esperados, con la generación de nuevas herramientas disponibles para los agricultores, profesionales de la cadena de valor agraria, gestores y legisladores. Estas herramientas ponen en las manos de las personas usuarias toda la información y conocimiento generado en el proyecto para que puedan implementar las prácticas y estrategias sostenibles validadas durante cinco años y medio en varias regiones europeas», concluye Zornoza.
La Universidad de Córdoba ha participado a través del grupo de investigación SUMAS, con Luis Parras, Manuel González, Jesús Aguilera y Beatriz Lozano quienes han puesto en marcha la diversificación de cultivos en olivares tradicionales alternando cultivos como veza y avena, lavanda y azafrán y eliminando el laboreo convencional. Gracias a estas prácticas han conseguido aumentar tanto el carbono orgánico en el suelo como la actividad microbiológica del mismo y reducir la erosión.
Además, desde Córdoba se ha liderado el paquete de trabajo número 10 sobre “Comunicación, diseminación de resultados y compromiso de las partes implicada”, gestionado por la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación