Las tendencias estables de los últimos años en el mercado de la patata llegan a su fin y la incertidumbre de la guerra y la inflación pasan factura a las patatas.
Los precios de las patatas son altos y los niveles de producción en Europa son bajos, especialmente para las patatas de consumo.
«Los costes de producción se han elevado y también los de almacenamiento y hay escasez de oferta», expone Christoph Hambloch, analista de mercado de patatas de la consultora AMI.
El descenso no es generalizado, ya que en los Países Bajos los rendimientos han sido altos a pesar de la sequía del verano y estos rendimientos han mejorado una mejor oferta en el mercado.
El escenario
El conflicto bélico y la post Covid 19 no están facilitando un escenario tranquilo y «a los procesadores les preocupa los costes energéticos, ya que guardar patata se convertirá en una estrategia más costosa, afectando al producto y a la demanda», expone Hambloch.
El analista afirma que las patatas congeladas no perderán fuelle y que la gama de patatas fritas congeladas, que adquiere el canal Horeca, mantendrá su línea de demanda, a pesar de que los consumidores están recortando todo tipo de consumo fuera de los hogares.