Hortalizas y verduras

Una pared para detener la marchitez bacteriana

Un equipo liderado por personal investigador del CRAG explica cómo las tomateras resistentes a la marchitez bacteriana generan barreras que frenan la enfermedad.

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Un nuevo trabajo liderado por Núria Sánchez Coll, investigadora del CSIC en el Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG), desvela cómo las variedades de tomatera resistentes a la marchitez bacteriana son capaces de restringir el movimiento bacteriano en la planta.

El estudio, recientemente publicado en la revista New Phytologist, analiza la composición y la formación de las barreras que confieren resistencia a Ralstonia solanacearum.

Esta bacteria es la causante de la marchitez bacteriana, una enfermedad de efectos devastadores en muchos cultivos de solanáceas como el tomate, la patata, el pimiento y la berenjena. Los hallazgos han permitido al equipo investigador diseñar variedades comerciales de tomatera mucho más resistentes a la marchitez bacteriana.

El impacto agroeconómico de R. solanacearum, el patógeno responsable de la enfermedad de la marchitez bacteriana, preocupa a los agricultores de todo el mundo debido a la gran cantidad de especies a las que afecta, a su amplia distribución geográfica y a su persistencia en el suelo y el agua.

Esta bacteria entra en la planta a través de las raíces y coloniza los vasos del xilema que transportan agua y nutrientes hacia tallos y hojas, propagándose sistémicamente y finalmente causando la muerte de la planta.

Las variedades de tomatera resistentes a la marchitez bacteriana son capaces de sintetizar recubrimientos de refuerzo que confinan la bacteria en los vasos infectados, evitando así la propagación de R. solanacearum a los tejidos sanos. A pesar de ser un factor clave para la resistencia, la composición y la formación de estas barreras no había sido estudiada en detalle hasta ahora.