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Tomateras, berenjenas y rúcula para luchar contra el cáncer

Enseñar a personas supervivientes de cáncer a cultivar cebollas, berenjenas, lechugas, albahaca, fresas, tomates y rúcula, todos ellos alimentos saludables es el objetivo del primer huerto urbano que ha instalado la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Barcelona.

Se estima que entre un 30 y un 50% de los diagnósticos de cánceres se pueden evitar con una vida saludable, cuidando la alimentación y haciendo ejercicio, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC).

«El proyecto del huerto urbano sirve para objetivos que van más allá de informar y concienciar, crea entornos saludables y cambia hábitos de las usuarias», explica la responsable de Prevención y Promoción de Salud de AECC, Ainhoa Marín, que especifica que «cuanto más fresco es el producto más nutrientes tiene y es mejor».

El huerto urbano de Les Corts empezó a principios de mayo de este año, y tiene previsto alargarse durante cuatro meses como proyecto piloto, para extenderlo después, si tiene éxito, a otras zonas.

La intención de AECC es replicar estos huertos urbanos para extender los hábitos saludables a la población general, también a personas que no hayan sufrido el cáncer.

Por ahora, el proyecto de Les Corts es modesto, cinco grandes macetas y cinco mesas, donde la asociación desarrolla la plantación, que produce más de lo que parece.

En la iniciativa participan cuatro mujeres que han sufrido cáncer y cuatro voluntarias de la asociación que tienen formación en huertos urbanos y que se turnan para ir a cuidarlo.

Cuando se acabe el proyecto, las cuatro integrantes tendrán conocimientos para replicar un huerto urbano en sus casas y consumir producto fresco de calidad.

Apenas tres semanas después de comenzar la iniciativa, usuarias y voluntarias ya se estaban llevando verduras frescas a sus casas dos veces por semana.

Una de las voluntarias del proyecto, Maria Pujol, ha detallado a EFE que las usuarias aprenden a plantar, regar, cuidar y cosechar, pero que el huerto urbano también se convierte en un espacio de comunicación.

Cada día que quedan en el huerto urbano, al final se reúnen todas en una mesa, reparten la cosecha e intercambian conversaciones de todo tipo, desde el uso de las mismas verduras como de temas vinculados con haber pasado el cáncer.

«Todas ellas han pasado por lo mismo, y que se junten tiene un valor social importante, hablan de caminatas, de ejercicio, de actividades que todas ellas han empezado a hacer tras superar la enfermedad», destaca Pujol.

Una de las usuarias, Katerina Cenzano, de 45 años, sufrió cáncer de mama hace apenas dos años, y estuvo en atención de la AECC mejorando aspectos de su nutrición.

«Estaba acostumbrada a comer poca fruta y verdura -relata Cenzano- y con este proyecto me animé a saber más sobre cómo cambiar mi alimentación».

Cenzano vive en un ático, dice tener espacio suficiente para montar un huerto urbano en su casa, por eso está ilusionada: «El huerto es muy agradecido, aprovechamos todo lo que cultivamos».

El proyecto del huerto urbano de AECC se acompaña con otra iniciativa relacionada con el ejercicio, en el que, en grupos, se organizan «quedadas» dos veces por semana para hacer una hora y media de actividad física.

A pesar de la relación entre los malos hábitos diarios con la aparición de cánceres, según datos del IARC, el 48% de la población catalana tiene sobrepeso, y el 44% afirma tener un estilo de vida sedentario, cifras que reafirman la necesidad de hábitos tan simples como salir a caminar o incorporar tomates, berenjenas o rúcula en la dieta.