El proyecto consiste en cuidar una planta de fresa durante dos meses para, después, analizar sus hojas y conocer la calidad del aire y ahora está en la fase de analizar las muestras en el laboratorio después de que los participantes hayan devuelto dos hojas.
Con estas hojas de fresa se podrán medir las concentraciones de metales pesados en suspensión en el aire de cada localidad donde se han cultivado y, así, elaborar una amplia radiografía de la calidad ambiental en el territorio.
La planta de fresa tiene la capacidad de incorporar estos contaminantes convirtiéndose así en una pequeña «estación registradora».
El proyecto está coordinado por el IPE-CSIC y la Fundación Ibercivis y está financiado por la FECyT y la UdG participa como socia colaboradora gracias al apoyo económico del Consejo Social, a través del Departamento de Ciencias Ambientales.
Los responsables del estudio en la UdG son los investigadores del área de conocimiento de botánica Jordi Bou y Lluís Vilar y las investigadoras del área de fisiología vegetal Dolors Verdaguer y Laura Llorens, y también participa la estudiante del grado en Biología Celia Montalbán.
Por primera vez, esta iniciativa llega a las comarcas de Girona, las que se añaden como punto geográfico del estudio.
«Vigilantes del aire» cuenta con diecisiete embajadores escogidos con criterios científicos y logísticos que se ocupan de la distribución de las fresas en su territorio, y en total se han repartido 5.000 plantas en toda España.
«Sabemos que la mayoría de las 300 fresas ha sobrevivido y que los participantes han podido enviar las muestras al laboratorio», ha afirmado Jordi Bou.