El tomate ha sido uno de los productos ‘tocados’ por la borrasca Filomena y ahora se empiezan a ver algunas de las consecuencias.
El cultivo ha estado expuesto a un exceso de agua y temperaturas bajas y el desarrollo vegetativo de la planta se ha visto frenado.
Es ahora cuando se empiezan a ver algunas de las consecuencias, ya que hasta que «no lleguen unas temperaturas más amigables, las plantas de tomate no se recuperarán para volver a fructificar», señala Emilio Pérez, director técnico de Coprohníjar.
Tradicionalmente, enero es un mes complejo para todos los cultivos invernados en Almería, pero con «los efectos de Filomena los problemas se han incrementado tanto en la producción como en las expediciones», señala Pérez.
De hecho, los controles de calidad sobre la fruta se han incrementado en las últimas semanas para conocer como se desarrolla el producto durante el tramo de expedición.
Será a partir de la primera quincena de febrero cuando las partidas de tomate alcancen su normalidad tanto en volúmenes como en rendimiento, ya que para la semana que viene se espera una mejoría del clima en Almería.