Aunque los científicos reconocieron que resulta complejo predecir el desarrollo de plagas y enfermedades por las muchas variables que intervienen, las distintas intervenciones evidenciaron que el aumento de la temperatura en aproximadamente 2ºC de media, el rápido aumento en la concentración de CO2, el aumento de la sequía y los episodios de clima extremo ya están influyendo en la incidencia y severidad de las enfermedades de los cultivos, contribuyendo al aumento de la población de insectos vectores y la expansión de las plagas agrícolas y produciendo un desplazamiento geográfico de las malas hierbas y la invasión de nuevas especies.
Los ponentes coincidieron en que el cambio climático obligará a redefinir las estrategias de control de enfermedades y plagas, ya que las herramientas disponibles ahora no van a servir en un entorno climático cambiante. Una consecuencia importante del cambio climático es el efecto que podría tener sobre la eficacia del control biológico, ya que las condiciones para la colonización, antagonismo y otros fenómenos de competencia del agente de biocontrol sobre el patógeno podrían ser desfavorables. También pronosticaron que los patógenos endófitos, como fitoplasmas, Candidatus Liberibacter o Xylella fastidiosa, para los que los tratamientos convencionales no son efectivos, provocarán las epidemias más graves en el futuro.




















