Un año más se celebra el 5 de diciembre el Día Mundial del Suelo y, un año más, los datos que ofrecen expertos e instituciones internacionales no son nada alentadores y urgen a un cambio de tendencia y a una apuesta clara por técnicas conservacionistas, que cuiden el suelo y lo protejan de la erosión como es la Agricultura de Conservación.
Según la FAO, cada año se está produciendo una pérdida de suelo por erosión en tierras arables de entre 20.000 y 30.000 millones de toneladas por efecto del agua, de 5.000 millones por culpa del laboreo y de 2.000 millones por la acción del viento en tierra arable.
De seguir esta tendencia sin ningún cambio en los próximos años, la FAO estima que el potencial de la producción agrícola total anual se reducirá en un 10% para 2050, con lo que esto supone en un contexto de aumento de la población mundial y subida sin precedentes del precio de los alimentos.
Pero la erosión no sólo afecta a la producción de alimentos y a la rentabilidad agrícola, también provoca una irreparable pérdida en Biodiversidad. Pensemos que el suelo contiene la mayor biodiversidad terrestre del planeta, ya que en tan solo 8 centímetros de suelo hay 13 cuatrillones de organismos vivos. El peso de las bacterias presentes en una hectárea equivales al peso de dos vacas. Hay más organismos en un gramo de suelo sano que toda la población mundial, también según la FAO.
Otra consecuencia dramática para el Cambio Climático que nos dice la FAO es la liberación de CO2 del suelo que provoca la erosión. Pensemos que aproximadamente 1,4 billones de toneladas de carbono orgánico están almacenadas en el primer metro de suelo y alrededor de 2,5 billones de toneladas a dos metros de profundidad. La pérdida global de almacenamiento del carbono orgánico del suelo desde 1850 se estima en alrededor de 66.000 millones de toneladas, principalmente debido al cambio en el uso del suelo. Hay más carbono orgánico en el suelo que en la vegetación y la atmósfera combinadas.
Necesitamos una apuesta clara por la Agricultura de Conservación
Según los últimos datos relativos a 2017 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, la pérdida de suelo en España debido a la erosión es, en promedio, de 14,2 toneladas por hectárea y año. El proceso de erosión se produce principalmente en suelo agrícola, en el que más de un 50% del terreno está clasificado con un riesgo medio-alto de erosión.
Con todos estos datos, desde la Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos se tiene muy claro que en necesario una apuesta clara por estas técnicas conservacionistas que cuidan el suelo, aprovechando la oportunidad única que ofrece la nueva PAC para dar un mayor apoyo a aquellos agricultores que opten por aplicarlas. En este sentido, el Ministerio de Agricultura ha incluido a la Agricultura de Conservación en los eco-esquemas, y desde la AEAC-SV se anima a que en su diseño final se convierta en una medida suficientemente atractiva para que los agricultores se adhieran y se promueva de esta manera, consiguiendo un cambio real de modelo para proteger de manera definitiva nuestros suelos.
Hay que tener en cuenta que la Agricultura de Conservación evita hasta el 90% de la erosión respecto a los sistemas de agricultura convencional y en torno al 60% respecto a los sistemas de laboreo reducido. Cada tonelada de tierra perdida equivale a la reducción de aproximadamente 0,0125cm de tierra de cultivo, de forma que la Agricultura de Conservación ahorraría la pérdida de alrededor de 8 cm de suelo en un periodo de 50 años. Para tener una idea de lo que esto significa, 1 cm de suelo tarda en formarse entre 100 y 1.000 años, según FAO, por lo que en 50 años perdemos el trabajo de miles de años.
Por tanto, la AC se puede convertir en una solución a este grave problema, al frenar el deterioro del suelo y permitir que este siga siendo suelo fértil y productivo. Además, la Agricultura de Conservación también lleva asociado un aumento de la biodiversidad, pudiendo multiplicar el número de seres vivos que habitan el suelo entre 2 y 7,5 veces más que la agricultura convencional.
Para finalizar, desde la AEACSV se quiere recordar que la continuidad de la actividad agrícola en grandes zonas de España puede ayudar a combatir el despoblamiento rural, un problema muy marcado en alguna de estas zonas. Y si a todo ello le sumamos que la AC produce un importante ahorro de costes para el agricultor, al reducir el uso de insumos como fertilizantes, fitosanitarios y gasoil, lo que repercute directamente en la rentabilidad de su explotación, veremos que estamos ante una apuesta por estas técnicas más que necesaria, sobre todo en estos tiempos de alza en los costes de producción.