En un comunicado, el grupo, en el que también se incluyen miembros del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), han detallado que este biofertilizante se ha conseguido a partir de la quitina de los exoesqueletos de crustáceos e insectos.
Su uso en el cultivo de plantas ha demostrado incrementar de manera "muy eficiente" el crecimiento de las mismas. La UPM ha señalado que, al ser un compuesto biodegradable, insoluble e inocuo para la salud humana, no contamina el medio natural, no huele y puede usarse en menor cantidad que otros al no perderse por evaporación o lixiviación.
Por ello, es capaz de recuperar la biodiversidad del suelo perdida por la sobreexplotación agrícola.
Además, según el grupo de investigadores, su coste puede llegar a ser hasta un 10 % más barato que el de otros fertilizantes de origen orgánico, lo que representa una ventaja adicional para su futura implantación.