El evento, según ha recordado en la inauguración el alcalde de la ciudad, Francisco Guarido, es una de las ferias arraigadas de las fiestas patronales de Zamora que conectan el campo y la ciudad, ya que en ellas vendían en el pasado su mercancía agricultores, ganaderos y artesanos.
En la avenida de las Tres Cruces se han instalado este año 384 puestos de venta pertenecientes todos ellos a agricultores de las comarcas del este de la provincia de Zamora, excepto seis que proceden de Badajoz y Salamanca.
El número de expositores se ha reducido en cerca de medio centenar respecto a la pasada edición, cuestión que los productores han atribuido a que este año la feria se celebra entre semana y a la menor producción.
Aunque en descenso, este cultivo tradicional que sirve de complemento en la economía familiar del mundo rural se mantiene cultivado en pequeñas parcelas en municipios de Tierra del Vino, La Guareña y el alfoz de Toro.
Entre las causas de su declive, uno de los vendedores, Raúl Hernández Laso, de Fuentespreadas, ha mencionado el trabajo que requiere tanto el cultivo como el secado de la planta y el tejado de las ristras.
La venta en esta feria se realiza toda ella de forma tradicional, en ristras de quince cabezas de ajo que están trenzadas por el tallo y que pueden llegar a pesar más de un kilo, dependiendo del tamaño.
Las ristras se venden en esta feria a precios medios de entre tres y seis euros, lo que puede suponer un ahorro superior al 50 por ciento respecto al precio de venta.
Otra de las amenazas para los cultivadores del bulbo llega de China, país que es el mayor productor mundial de ajo y cuyo bulbo se vende habitualmente en los supermercados españoles.
Este año, sin embargo, la caída en la producción China derivada de una mala cosecha ha provocado que los precios de mercado del ajo se hayan incrementado, pero en la feria de Zamora hasta el precio es una tradición y apenas ha variado en la última década.
Algunos cultivadores, como Judith Sastre, de Villalazán, aprovechan esta feria tradicional para vender también cebollas, a un euro el manojo de cuatro cabezas.