La IARC, que depende de la Organización Mundial de la Salud (OMS), describía al herbicida glifosato y a los insecticidas diazinón y malatión como "probablemente cancerígenos para los humanos" mientras que aseguraba que los insecticidas tetraclorvinfos y paratión no sólo eran "posiblemente cancerígenos" sino que existían "evidencias convincentes" de que causaron cáncer a animales de laboratorio.
En el caso concreto del glifosato, utilizado sobre todo en agricultura y con el mayor volumen de producción global de todos los herbicidas, esta agencia insistía en que hay "evidencia limitada" de que puede producir linfoma no-Hodgkin en seres humanos, así como pruebas "convincentes" de que genera cáncer en animales de laboratorio.
Comercializado bajo la marca Rolundup, el glifosato es uno de los productos más conocidos de la empresa Monsanto, proveedora de productos químicos para la agricultura en las categorías de insecticidas, herbicidas y transgénicos.
En su comunicado, la compañía afirma que "todos los usos del glifosato incluidos en la etiqueta" son "seguros" para los seres humanos, a tenor de la información recogida en "una de las bases de datos de salud humana más amplias que se han recopilado hasta ahora" sobre productos agrícolas.
También recuerda que "cada herbicida a base de glifosato en el mercado cumple los rigurosos estándares establecidos por las autoridades regulatorias para proteger la salud humana".
De esta manera, Monsanto se suma a las quejas de la industria fitosanitaria que también ha criticado hoy a la IARC por considerar que "no hay certezas científicas que confirmen que esos productos puedan causar cáncer", hecho que considera demostrado "por diversos estudios sobre la salud de los agricultores, el colectivo más expuesto" a ellos.