“Cada día los consumidores están más conscientes de consumir productos más limpios y los productores de tomate han ido incorporando tecnología de países como España, Holanda e Israel, que están a la vanguardia en el uso de polinización con abejorros, mallas antiáfidos, entre otros, a fin de disminuir la cantidad de agroquímicos que se aplican a los cultivos”, informa Comunicaciones Fedefruta.
Así lo dio a conocer Pedro García, Gerente Regional de Fedefruta, al hacer un análisis de la industria del tomate bajo plástico que concentra en la región el 70 por ciento de la producción nacional, lo que es equivalente a unos 150 millones de dólares anuales.
García explicó que, ante esta exigencia del consumidor, ”el productor agrícola que ofrezca productos más limpios tendrá ventajas competitivas en el mercado”, por esta razón “tiene que invertir en tecnología para invernaderos, de riego y de producción limpia para poder competir adecuadamente.” De allí la importancia de efectuar estos seminarios de transferencia tecnológica donde se dan a conocer los últimos avances en el rubro.
El evento se inició con la ponencia sobre “Nuevas tendencias en la horticultura protegida”, presentada por el español Juan Eugenio-Alvaro, profesor asociado de la Escuela de Agronomía UCV, quien presentó la situación actual de países como España y Holanda, que van a la vanguardia en tecnología de cultivos bajo plástico.
También se abordaron interesantes aspectos de producción limpia, tales como los “Índices de sostenibilidad de la industria del tomate: huella del agua y huella de carbono”. Jorge Sánchez, Ing. Mecánico y Magister en Medioambiente, ofreció una mirada comparativa de los costes económicos y medioambientales de la producción de tomates en Chile en relación con otros países y con otras actividades económicas.
Por ejemplo, en el caso específico de Almería, España, que cuenta con una zona de explotación de 8.000 hectáreas, muy superior a las 700 hectáreas que se cultivan en la V región, para producir un kilo de tomates se generan apenas dos kilogramos de carbono, mientras que en Chile se generan seis por cada kilo de tomate. Situación que nos hace menos competitivos ambientalmente.
Con respecto a la huella del agua, otro gran desafío es la optimización del recurso hídrico a través del reciclaje de aguas, como se hace en Israel para combatir su escasez.
Otro importante tema fue el “Nuevo modelo de producción en el cultivo del tomate sin Bromuro de metilo”, presentado por Rafael Elizondo, Consultor nacional de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial en el Proyecto de Eliminación del Bromuro de Metilo. Este, es un compuesto químico que la agricultura tradicional ocupa para desinfectar suelos y eliminar plagas, y cuyo uso debería eliminarse completamente en el año 2015, en virtud el Protocolo de Montreal.
Este nuevo modelo de producción de tomates sin bromuro promueve la aplicación de portainjertos que hacen más resistente a la planta y la biofumigación con huano fresco de ave o vacuno como mecanismo de desinfección, cuyo aporte en fertilizantes naturales incrementan las propiedades del suelo proporcionando mejores rendimientos y calibres.