Las infecciones por hongos causan anualmente pérdidas millonarias en diferentes tipos de cultivo, destruyendo cosechas que podrían alimentar a cientos de miles de personas. En la Universidad de Córdoba se trabaja desde hace años en el estudio de los mecanismos biológicos que emplean los hongos para infectar a los cultivos.
En esa línea de trabajo, el equipo que dirige el catedrático de Genética Antonio Di Pietro ha centrado su atención en el estudio de las señales a través de las que se comunican el hongo y la planta. El objetivo es cortocircuitar ese diálogo que se realiza a nivel bioquímico y que utiliza los receptores de las feromonas como señuelo para «enamorar» y atraer al hongo hacia las raíces.
El último hallazgo del equipo de la UCO ha sido el descrito en la revista «Journal of Biological Chemistry» por el investigador David Turrá, centrado en la estructura de la feromona para encontrar en ella la manera de manipularla y evitar que atraiga al hongo. Según describe el trabajo, la estructura de la feromona puede contener la clave para que las plantas no puedan ser infectadas, ya que la misma es producida por los hongos para atraer a sus parejas durante el apareamiento.