Los cinco Estados asiáticos (Japón, Malasia, Singapur, Vietnam y Brunei) acordaron con otros cinco americanos (EE.UU., Canadá, Chile, México, Perú y Chile) y dos oceánicos (Australia y Nueva Zelanda) crear una zona libre de aranceles que representa alrededor del 40 por ciento del PIB mundial.
Pese a que aún debe ser refrendado en los 12 países, el tratado comercial multilateral más ambicioso trazado hasta la fecha se antoja como la mejor fórmula para revitalizar de manera sustancial a lo largo de los próximos años un músculo exportador asiático que en los últimos tiempos ha dado señales de debilitamiento.
En Japón, tercera economía mundial y actor principal en las negociaciones junto a Estados Unidos, el sector automotriz recibió con entusiasmo un pacto que resulta muy ventajoso para los coches y autopartes niponas.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, consideró que el acuerdo invita a dejar atrás la "la mentalidad introspectiva" de los últimas dos décadas y a mirar hacia el exterior con una "mentalidad valiente e innovadora".
En el archipiélago solo el sector agrícola, tradicionalmente muy blindado, parece estar descontento por las concesiones a la entrada de productos foráneos, hasta el punto de que un millar de japoneses ligados al campo se han personado en una demanda colectiva -con poca pinta de prosperar- contra el Gobierno por considerar el TPP "inconstitucional".
Precisamente la apertura de mercados domésticos que acompaña al tratado constituye un buen catalizador para que Abe active algunas de las ansiadas reformas estructurales prometidas en su programa económico, bautizado como "Abenomics", de cara a reavivar, por ejemplo, la productividad menguante del sector servicios nipón.
Por su parte, el Ejecutivo malasio consideró que el pacto potenciará sus exportaciones y hará al país "más competitivo en terrenos como la electrónica o la producción de aceite de palma", mientras que Singapur estimó que "potenciará las inversiones y hará frente a los nuevos desafíos" del comercio transfronterizo.
Otras economías importantes de la región, como Corea del Sur, recordaron hoy que ya están encaminadas a unirse al TPP.
También fue el caso de Taiwán, cuyo Ejecutivo subrayó nuevamente sus deseos de ingreso a pesar de los problemas que encara la isla normalmente para acceder a mecanismos económicos y comerciales internacionales debido a su conflicto de soberanía con China.
China, que fue invitada a ser parte integral del acuerdo pero lo rechazó por las restricciones en sectores como el financiero, es precisamente la gran ausente del TPP.
El presidente estadounidense, Barack Obama destacó el lunes, tras alcanzarse un acuerdo en Atlanta para la firma del tratado, que el TPP es clave para la vinculación de EE.UU. con la cuenca del Pacífico y para contrarrestar el poderío económico chino.
"Cuando más del 95 por ciento de nuestros potenciales clientes viven fuera de nuestras fronteras no podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global", argumentó Obama.
En cualquier caso, la participación de Pekín no se descarta en un futuro e incluso hay voces de peso que consideran clave que se involucre, como el propio primer ministro nipón, que estimó hoy que una futura inclusión de la segunda economía mundial en el acuerdo serviría para favorecer la estabilidad de la región.