El trabajo, que publica la revista ‘Nutrients’, alerta sobre el aumento de las desigualdades en un colectivo de personas que ya eran vulnerables antes del confinamiento y revela que hacen falta políticas públicas para evitar que las desigualdades nutricionales y de salud continúen aumentando.
La investigación ha sido liderada por Alícia Aguilar Martínez (UOC) y Marina Bosque Prous, (UOC y UVic-UCC), en el marco del proyecto DESKcohort del grupo de investigación interuniversitario GRESP sobre epidemiología y salud pública.
Características del estudio
El estudio ha analizado los datos y circunstancias de 303 jóvenes catalanes de entre 12 y 18 años para ver cómo cambió la alimentación en esta franja de edad durante el período de marzo a mayo de 2020, tanto en lo relativo a los comportamientos alimentarios como a los productos consumidos.
El objetivo era recoger datos para observar si los cambios habían sido diferentes en función de la calidad de la dieta que llevaban antes de la pandemia y de la posición socioeconómica.
Según Aguilar, experta en salud nutricional de los adolescentes, «conocer cómo el confinamiento afectó a la calidad de la dieta de los jóvenes puede contribuir a entender qué factores influyen en las decisiones y las conductas alimentarias de los adolescentes».
El estudio evidencia que las personas jóvenes de posiciones socioeconómicas más desfavorecidas han reducido el consumo de cereales y vegetales y han incrementado el consumo de comida preparada y procesada.
También revela que el riesgo de que la dieta de este colectivo empeore es un 21 % superior que para personas adolescentes de otras realidades socioeconómicas.
El estudio constata que, del total de jóvenes analizados, un 40 % incrementaron el consumo de fruta, un 21,5 % afirmó que habían seguido una dieta más variada, un 39,3 % redujeron el consumo de repostería, un 49,2 % el de comida preparada y procesada y un 49,8 % el de refrescos azucarados.
Por el contrario, el 56 % reconocen que habían picado más entre horas y que hicieron comidas más irregulares.
Aun así, las investigadoras destacan que «habrá que analizar si estos cambios, que se han producido en un período corto de tiempo, se mantienen a largo plazo»”.
Aguilar ha avisado que la adolescencia es un período importante en la instauración y consolidación de hábitos que afectan tanto al desarrollo como a la prevención de enfermedades en la etapa adulta.
Por eso, ha advertido, «hay que poner el foco en las características de los grupos más vulnerables a la hora de desarrollar las políticas públicas y hacer recomendaciones nutricionales».
Bosque ha subrayado que «se ha producido un aumento de las desigualdades en un colectivo de personas que ya eran vulnerables antes del confinamiento y las administraciones harían bien en impulsar intervenciones y políticas que ayuden a prevenir situaciones como estas o estar mejor preparadas si se producen otros confinamientos en el futuro».
Los datos de este estudio, según las investigadoras, «pueden ser útiles para diseñar intervenciones, programas o políticas de salud pública orientados a este colectivo».
El proyecto DESKcohort es una iniciativa liderada por el grupo de investigación interuniversitario UVIC-UCC/UOC de Epidemiología y Salud Pública, con el apoyo de la Subdirección General de Drogodependencias de la Agencia de Salud Pública de Cataluña y del Departamento de Educación.