Alemania sigue reduciendo sus importaciones de tomate por quinto año consecutivo y lo hace en detrimento de la oferta holandesa de verano e italiana de invierno. El motivo de esta reducción es la entrada de tomate alemán en el mercado doméstico de manera significativa, lo que ha limitado la entrada de oferta holandesa durante los meses de verano.
Alemania cerró 2019 con más de 400 hectáreas invernadas de tomate “y con una mejora de competitividad, que se ha visto relacionada directamente con un precio más accesible”, expone el Doctor Hans Christoph –Behr, analista de mercado de la consultora AMI. La producción alemana de tomate ya supera las 100.000 toneladas cuando en 2014 se situaba en las 84.000 toneladas.
El grueso de la demanda alemana se concentra tradicionalmente en los meses de verano. A partir de mayo, la demanda de tomate se incrementa y alcanza tradicionalmente el pico en el mes de junio, antes del periodo vacacional alemán. De hecho, una de las normas habituales de la demanda alemana es el comportamiento lineal del consumo cuando entran de lleno las importaciones del Sur de Europa.
De septiembre a marzo, la demanda se situa siempre entre las 31.000-35.000 toneladas por mes y “dependiendo de condiciones endógenas del mercado alemán que externas”, apunta el analista germano.
Las importaciones alemanas en 2019 fue la más baja de los últimos cinco años y se sitúa en el umbral de las 700.000 toneladas. Holanda e Italia son los orígenes más dañados, mientras que España se mantiene en el espacio de las 180.000 toneladas. La oferta española se ve presionada con la producción holandesa de luz artificial en invierno y las cadenas alemanas ya introducen el producto holandés. España sigue liderando los lineales alemanes.