Además del de reducir a la mitad los desperdicios de alimentos producidos pero no consumidos y que acaban en la basura, otro reto importante será el de aminorar en un 30 por ciento para 2030 los gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera durante los procesos de elaboración de los alimentos.
También se ha comprometido el consorcio europeo a reducir en un 40 por ciento la utilización de agua en los procesos productivos alimentarios, así como a implantar la digitalización en el mundo de la agroalimentación y formar a 10.000 graduados universitarios en este ámbito, a través de estudios o máster específicos en la materia.
Para llevar a cabo estos objetivos, el consorcio dispondrá de un presupuesto de 1.600 millones de euros a invertir en siete años, de los cuales 1.200 millones serán aportados por los socios de EIT Food y los 400 restantes por la Unión Europea.
Además de por las multinacionales citadas, el consorcio está integrado por 15 universidades y centros tecnológicos de España, Polonia, Israel, Alemania, Finlandia, Italia, Reino Unido, Islandia, Bélgica y Suiza.