Así lo ha asegurado Bart Goes, gestor de desarrollo de negocio del área de bioeconomía del Centro Tecnológico Tecnalia, quien ha participado en las jornadas "Tecnología 4.0: Agricultura de Precisión”, organizadas por el Consejo General de Ingenieros Agrícolas.
En su intervención sobre la "Industria 4.0 y valorización de subproductos para el sector agroalimentario", Goes ha asegurado que ambos puntos "darán que hablar en los próximos años y serán una fuente de innovación que dotará de mayor valor añadido al trabajo que se está haciendo" en la agroalimentación.
Respecto al hecho de poner en valor los residuos de esta industria, "un problema y una oportunidad", ha recordado que en la Unión Europea (UE) se generan al año 2.500 millones de toneladas de residuos, de las que un 10 por ciento, 222 millones de toneladas, se corresponden a la producción alimentaria (excluyendo el desperdicio de alimentos).
De éstos, 56,7 millones de toneladas son a residuos vegetales a los que es posible dar una segunda vida, ha señalado.
Goes ha hecho hincapié en que para poder valorizar los residuos hay que tener en cuenta su disponibilidad en el tiempo (por ejemplo, durante la recolección) y es preciso "optimizar logísticamente esa demanda y atender al cliente cuando se produce esa fruta o verdura, pero también fuera de temporada.
Para ello, se puede aplicar un pretratamiento de secado o congelado que permite, posteriormente, procesar esos residuos para la obtención de productos de valor añadido.
Según ha explicado, cuando se pone en valor un subproducto se empieza por los de mayor valor añadido; en el caso hortofrutícola, las frutas, verduras o legumbres "contienen moléculas que se pueden utilizar para suplementos nutricionales o alimentos funcionales", como, por ejemplo, los yogures con probiótico añadido.
En segundo lugar, los sustratos de fermentación, que junto con la acción de microorganismos, "nos sirven para obtener colorantes, bioplásticos, ácidos orgánicos, enzimas para detergentes…", ha indicado.
Otra salida es emplear estos residuos para nutrición animal y, en última instancia, como fertilizantes o biogas.
Ha insistido en que hay múltiples oportunidades para lograr un valor añadido para los subproductos, que a su juicio son "demasiado valiosos para solo quemarlos, que es lo que ocurre en muchos sitios".
Por otro lado, y respecto a la industria 4.0, ha manifestado que puede ayudar a reducir costes, optimizar procesos productivos y aportar información sobre los hábitos de consumidores, pero, sobre todo, permite incorporar una serie de tecnologías para un suministro óptimo de alimentos con garantía máxima de calidad y seguridad.
De ahí, ha añadido, que el reto sea transformar la cadena de alimentos: producción, transformación, distribución y consumo, mediante la aplicación de la innovación tecnológica.
Goes identifica cuatro pilares sobre los que actuar: sensórica (agricultura de precisión), robótica y automatización (industria alimentaria), "big data" o macrodatos (datos que una vez procesados permiten llegar a conclusiones interesantes), márketing y experiencia con el consumidor.
Ha detallado que hay experiencias prácticas muy interesantes como la tecnología Roboconcept que permite la separación de pescado por sexo (para la obtención de caviar) y supone un ahorro en tiempo y reducción de costes de hasta el 20 %.
Por otro lado, ha remarcado que el uso de macrodatos aplicados a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) puede servir para la optimización logística, diferenciación de productos o realizar predicciones de consumo, entre otras.
"El manejo de muchos datos y el correcto procesamiento de toda esa información permite tomar las mejores decisiones para reducir costes", ha destacado.