Esta investigación se enmarca dentro del proyecto europeo Fígaro, que pretende "desarrollar una plataforma de riego precisa y flexible que permita a los productores, y a la sociedad en general, beneficiarse de los últimos avances tecnológicos aplicados al sector agrario", según un comunicado de la universidad.
El estudio, llevado a cabo en unas parcelas de cítricos en Picassent, se fundamenta en la implantación de una serie de herramientas tecnológicas que establecen la cantidad de agua necesaria para el cultivo, con el objetivo de que el agricultor ahorre agua, mejore la calidad del producto y reduzca los costes de producción.
Para ello, los investigadores han analizado la información proporcionada por las imágenes de los satélites, que han permitido medir la evapotranspiración real de los cultivos, es decir, el agua que se evapora después del riego, así como el estado de estrés hídrico de las plantas.
Estos datos, junto a los relativos a las condiciones meteorológicas, las características de los cultivos, la humedad del suelo o el potencial de tallo de las hojas, han proporcionado una radiografía completa de la situación hídrica de los cítricos.
El investigador principal del proyecto por parte del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente, Fernando Martínez, ha resaltado la importancia del trabajo: "Hemos validado una metodología que integra una serie de factores en búsqueda de la agricultura de precisión, en la que las nuevas tecnologías permiten optimizar los recursos para alcanzar la máxima productividad".
"Si se reduce la cantidad de agua y las bombas trabajan en su estado óptimo de rendimiento, se disminuyen los costes de producción para el agricultor y las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera", ha explicado Martínez.
Aplicar el sistema a los cultivos permite realizar una programación semanal del riego, ajustando las necesidades hídricas de los cultivos al grado de estrés de los mismos y las previsiones meteorológicas para los próximos días.
La metodología puede ayudar a tomar decisiones a corto plazo, y a diferencia del sistema tradicional, las decisiones se pueden fundamentar tanto en los datos climáticos anteriores a la programación del riego como en lo que va a pasar en el futuro.
"Hasta ahora las metodologías de riego se han basado en estándares climáticos diferentes a los actuales, en el futuro todo va a ser más impredecible", ha manifestado el investigador Miguel Ángel Jiménez, colaborador del proyecto.
Además de la planificación, el proyecto contempla la supervisión de los grupos de bombeo para incrementar el ahorro, de modo que el sistema asegura que se trabaje con la adecuada presión de consigna para que no se produzca un mayor consumo energético.
El proyecto Fígaro agrupa a 17 socios, de los cuales ocho son instituciones académicas y de investigación, y entre los miembros del consorcio se encuentra la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), y seis pymes con una alta especialización y experiencia en el riego de precisión, todos ellos coordinados por la empresa Netafim.