El proyecto tiene cuatro objetivos principales, uno de ellos crear nuevos grupos formados por organismos de investigación de países de África Oriental.
También busca aumentar la financiación de los centros de investigación locales implicados en la investigación de la patata, integrar a los agentes que participan en la cadena de valor de la patata y poner en práctica tecnologías innovadoras.
Según los datos ofrecidos por Neiker, la producción de patata se ha duplicado desde 1994 en el África Subsahariana, y un 70 por ciento de ese crecimiento se concentra en África Oriental, donde es producida casi completamente por agricultores a pequeña escala.
Se trata de un alimento con una demanda creciente de productos frescos y procesados, sobre todo en las áreas urbanas, que crecen rápidamente.
Por ello el proyecto SPIRIT ayudará a países en vías de desarrollo a reducir su dependencia de la importación y desarrollar un sector local fuerte.
Además, Neiker ha destacado que la promoción y la innovación de este cultivo generará nuevas oportunidades para el empleo, sobre todo de mujeres, y contribuirá a reducir la inflación en el precio de los alimentos.
El sector de la patata tiene gran relevancia en los cuatro países participantes. Así, hay 500.000 agricultores que la cultivan en Uganda; 700.000 en Tanzania; 1.109.000 en Ruanda y 650.000 en Kenia.
El cultivo de patata en África Oriental está caracterizado por su baja productividad, que es de 7 a 15 toneladas por hectárea, mientras que en Europa es de 60 toneladas.
Esto se debe fundamentalmente a la escasez de agua y falta de regadío, al uso de variedades poco adaptadas a las condiciones climáticas y a la poca utilización de semilla certificada, entre otros factores, por lo que Spirit incidirá en todos estos aspectos para mejorar el rendimiento de los cultivos.
Otro de los objetivos del proyecto consiste en fomentar la creación de asociaciones de agricultores y mejorar las ya existentes.





















