La dieta vegana reduce los gases de efecto invernadero en un 75 %, según el Scarborough et al 2023. Un alto consumo de carnes supone 10,24 kilogramos de CO2 al día frente a los 2,47 kilos de CO2 en una dieta vegana por cada 100 gramos de ingesta.
Esta es la conclusión de los investigadores después de revisar los datos del consumo de alimentos y bebidas de 55.000 personas y compararlos con los de producción de 38.000 granjas repartidas en 119 países, donde examinaron el impacto, por ejemplo, del consumo de alimentos y bebidas en el clima, la biodiversidad, el agua, el uso de la tierra y la contaminación del agua.
A pesar de las grandes diferencias sobre dónde y cómo se producen los alimentos, la conexión entre el impacto medioambiental y una dieta de origen animal es clara y debería conducir a una reducción del consumo de carnes, recoge la revista Nature Food.
Metodología
Las personas del estudio se dividieron en seis grupos según sus hábitos alimentarios: un consumo alto de carne, un consumo moderado de carne (50-100 g al día), un consumo bajo de carne (menos de 50 g al día), una dieta con pescado, vegetariano y vegano. Y existe una conexión clara entre la cantidad de carne que se come y el impacto que tiene en el medio ambiente: cuanta más carne, mayor es la carga para el medio ambiente.
Una persona con un alto consumo de carne emite diariamente 10,24 kg de gases de efecto invernadero a través de su dieta, una persona con un consumo moderado emite 5,37 kg, mientras que otra con una dieta vegana emite 2,47 kg.
Además, la dieta vegana ocupa aproximadamente una cuarta parte del área que utiliza una dieta con alto consumo de carne, y el consumo de agua es incluso menos de la mitad.
Fiabilidad
«Lo que hace que este estudio sea diferente es que tiene en cuenta la dieta de personas reales y se basa en los diferentes métodos de producción que tenemos ahora mismo», explica a la BBC Susan Jebb, profesora de nutrición en la Universidad de Oxford.
En la misma línea se expresa el profesor de la Universidad de Reading, Richard Tiffin, que elogia el nivel de detalle del informe: «Representa el intento más profundo de mostrar la conexión entre los datos sobre hábitos dietéticos y los datos sobre las consecuencias ambientales de la producción de alimentos», señala en The Guardian .
«Nuestras decisiones sobre lo que comemos son personales. Son hábitos que están muy arraigados en nosotros y, por lo tanto, pueden ser difíciles de cambiar. Pero nuestro estudio y el de otros continúan fortaleciendo la evidencia de que el sistema alimentario tiene enormes costos ambientales y de salud globales. eso se puede reducir haciendo que la dieta esté más basada en plantas. Esperamos que nuestro trabajo pueda alentar a los políticos a actuar y a las personas a tomar decisiones más sostenibles sin dejar de comer alimentos saludables y deliciosos que sean asequibles «, escriben los coautores del estudio, Michael Clark y Keren Papier, ambos de la Universidad de Oxford.