Los científicos, entre los que también hay españoles, han llegado a esta conclusión gracias a un trabajo que combina la modelización matemática y la biología de plantas. Los resultados se publican en la revista Science.
Detrás de este estudio, que demuestra que en esencia se trata de flores fallidas, están científicos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia (CNRS) y el Instituto Nacional de Investigación en Informática y Automática de ese país (Inria).
Según los autores, las coliflores, y los romanescos en particular, son en realidad brotes que están programados para convertirse en flores, pero que nunca alcanzan su objetivo, y, en cambio, se convierten en tallos, que a su vez siguen intentando producir flores.
Es de esta reacción en cadena de la que nace el romanesco, que da lugar a una sucesión de tallos sobre tallos, explica un comunicado del CNRS.
Este estudio demuestra que la breve incursión de los brotes en estado de floración afecta profundamente a su funcionamiento y les permite, a diferencia de los tallos normales, crecer sin hojas y multiplicarse casi infinitamente.
Los meristemos -tejidos responsables del crecimiento vegetal- no llegan a formar flores, pero conservan la «memoria» de su paso transitorio por un estado floral, resume el artículo.
La forma atípica del romanesco se explica por el hecho de que sus tallos producen yemas cada vez más rápidamente (mientras que el ritmo de producción es constante en otras coliflores), agrega el CNRS.
Como resultado, la inflorescencia del romanesco adquiere una estructura piramidal compuesta por pirámides más pequeñas, provocando su aspecto fractal.
Los investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) detallan que los meristemos de la coliflor no logran alcanzar el objetivo de formar flores pero recuerdan que transitoriamente sí que consiguieron adquirir un estado floral.
Las mutaciones adicionales que afectan al crecimiento y la actividad de los meristemos son las que provocan las formas fractales características del romanesco, resumen los científicos Francisco Madueño, Antonio Serrano y Carlos Giménez, del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas IBMCP (CSIC-UPV).
El trabajo de los investigadores españoles se ha centrado en caracterizar la red de genes que determina que se forme una flor o un tallo y cuya actividad está por tanto alterada en los meristemos de la coliflor y el romanesco, informa el CSIC.
En concreto, observaron que TFL1, un gen esencial para la formación de tallos, es activado por genes que promueven la formación de flores, un resultado inicialmente contradictorio pero clave para entender el desarrollo de la inflorescencia de las plantas y, específicamente, la formación de estructuras como el fractal del romanesco.