"Hemos descubierto un problema grave y hemos obrado en consecuencia", declaró el director ejecutivo de Tesco, Dave Lewis, quien explicó que la firma contable Deloitte está desarrollando una "investigación independiente y exhaustiva".
Las supuestas irregularidades se remontan a finales del pasado agosto, cuando la cadena de supermercados, la más grande del Reino Unido, comunicó a la City londinense (centro financiero) que preveía un beneficio de explotación de 1.100 millones de libras (1.400 millones de euros) en los últimos seis meses hasta agosto.
Tesco divulgará su informe de resultados semestrales el próximo 23 de octubre en vez del 1 de ese mes, como tenía previsto antes de que se viera obligada a iniciar las pesquisas y a suspender a los cuatro ejecutivos, cuyas identidades no han trascendido.
Los medios británicos afirman que entre los castigados figura el director general del Reino Unido, Chris Bush.
Tras informar a la City de la existencia de estas supuestas irregularidades, las acciones de la empresa cayeron a su nivel más bajo en once años. Antes del mediodía, los títulos de la cadena retrocedían el 7,51 por ciento hasta 212 peniques.
"Son tiempos difíciles para Tesco y sus accionistas. Estamos asombrados por estos acontecimientos", aseguró la consultora Shore Capital Stockbrokers.
La cadena de supermercados reconoció que el desfase en las ganancias, que cree que es de unos 250 millones de libras (317 millones de euros), hubiese situado la caída del beneficio en un 46 por ciento respecto al año anterior.
"El presidente y yo hemos actuado con rapidez para lanzar una investigación independiente y exhaustiva. La junta, mis colegas, nuestros clientes y yo esperamos que Tesco opere con integridad y transparencia", subrayó Lewis.
El director ejecutivo dejó la multinacional Unilever y tomó posesión de ese cargo en Tesco a principios de este mes, sustituyendo a Philip Clarke, quien después de 40 años en la empresa adelantó su jubilación tras conocerse las previsiones de beneficio el pasado agosto.