De acuerdo a lo reportado por Fundación para la Innovación Agraria (FIA), el sistema busca reemplazar la actual metodología de análisis de yemas que data de 1930. La técnica actual tendría una serie de inconvenientes que la hacen poco atractiva y menos práctica para los productores – como sus bajos porcentajes de exactitud -, donde además no hay certificación de la información obtenida, es demasiado lenta para la entrega y obtención de resultados, y requiere de personal capacitado.
Junto con esto, el conteo de yemas es un proceso disruptivo, donde hay que diseccionar la muestra y extrapolar sus resultados a un cuartel completo.
De acuerdo con Francisco Villalón, coordinador del proyecto "el test pack IFV no requiere de gran experticia ni de sofisticados microscopios. Entrega mayor precisión y fiabilidad en un menor tiempo, pudiendo los productores generar curvas de producción y procesos, lo que ayuda a estimar los recursos necesarios para la cosecha, como la cantidad de mano de obra, materiales, número de fletes y mercados de destino de una manera muy exacta”.
Asimismo, el especialista detalló que, la nueva herramienta funcionará como un “test de embarazo de la uva”. Mediante la aplicación de sólo algunas gotas del producto se podría saber si la yema se convertirá en uva o en follaje, estimando la productividad de un cuartel.
Por su parte, la FIA destacó que “este sistema responderá a la necesidad que tiene el rubro de uva de mesa de aumentar su competitividad, considerando que la demanda y precio de esta fruta presenta un comportamiento errático en los últimos años, principalmente por la fuerte irrupción de las denominadas “súper frutas”, como el arándano, cranberry y mandarina, ricas en antioxidantes y fitoquímicos, que están siendo preferidas por los consumidores en desmedro de las frutas tradicionales”.
“Esta menor intensidad de la demanda hace prever que, en el largo plazo, sólo se mantendrán en el mercado los productores más eficientes y de mejor calidad. Una importante herramienta es la planificación de la cosecha en los términos más exhaustivos posibles y en ese ámbito se inserta este proyecto que está cofinanciando FIA”, enfatizó la ejecutiva de innovación de FIA y supervisora de la iniciativa, Loreto Burgos.
Según estimaciones de TDC el mercado potencial para el nuevo sistema es enorme, considerando que la superficie mundial plantada con parronales alcanza, de acuerdo a cifras de la FAO, a más de 7,58 millones de hectáreas.
“En cuanto a Chile, existen alrededor de 53.616 ha. de uva de mesa, lo que genera grandes expectativas respecto del éxito del proyecto una vez que se lance al mercado como un producto comercial. Los alcances son tan grandes que perfectamente el IFV podría patentarse y licenciar su uso a laboratorios con distribución global”, estimó Villalón.
Costos
El coordinador del proyecto en Chile detalló que el sistema que se utiliza actualmente demanda una inversión, por cada muestra, de entre $10.000 y $12.000 pesos chilenos por hectárea.
Por su parte, el test IFV tendría valores asequibles a cualquier tipo de productor de vides, lo cual podría traducirse en un aumento del número de hectáreas muestreadas, y determinar con mayor exactitud los niveles y estimaciones productivas de cada campo.