Los representantes regionales señalaron que una mayor planificación es «crucial» para reducir el impacto ambiental de la cadena alimentaria. El ponente del dictamen, el italiano Arno Kompatscher, pidió reconocer un hecho «éticamente inaceptable», como es «que haya tanta gente pasando hambre y a la vez tantos alimentos siendo desperdiciados».
El dictamen aboga por abrir la posibilidad de fijar preferencias territoriales a la hora de poner en marcha procesos de contratación publica. Esto permitiría, según Kompatscher, que los suministradores funcionen en circuitos locales y no contribuyan con su transporte a contaminar el medio ambiente, además de ser «una manera de apoyar a los pequeños agricultores».
El comisario de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukatis, expresó su apoyo al dictamen aprobado y recordó que no se necesita una mayor producción de comida, sino «eliminar residuos y producir mejor alimentos más sostenibles».
Andriukaitis resaltó el papel de los gobiernos locales a la hora de fomentar un estilo de vida saludable, particularmente entre los sectores más vulnerables económicamente. Sin embargo, lamentó el comisario, «las ciudades a veces reflejan lo contrario, pues hay barrios en los que predomina la comida rápida y es casi imposible comprar fruta y verdura fresca».
Los responsables de la propia cantina del CdR, situada en el interior de su sede, presentaron en un evento anterior a la sesión plenaria su estrategia sostenible, que incluye el uso de productos orgánicos, de temporada y de comercio justo entre su oferta gastronómica.
El CdR es la «primera y única» de las instituciones europeas que dona su excedente alimentario, en concreto a una organización bruselense que ayuda a refugiados y personas sin hogar, recalcaron los responsables de la organización.