Durante tres días, los responsables debatirán las formas de adaptar las políticas agrícolas para lograr esos objetivos y definirán las prioridades del trabajo de la FAO a nivel regional.
Con motivo de la conferencia, el director general de esa agencia de la ONU, José Graziano da Silva, destacó en un comunicado que una de las preocupaciones que afrontan los 53 países de esa vasta y variada región es la malnutrición.
Puso de ejemplo que la mayoría de esos Estados tienen "alarmantes" tasas de obesidad, con más del 20 % entre adultos, lo que supone un alto coste sanitario, social y económico.
Entre los factores, mencionó el cambio de las dietas y el estilo de vida que han supuesto el aumento de los ingresos en muchos países pobres y en desarrollo, y la fácil disponibilidad de productos altamente procesados.
"Para Europa y Asia Central el reto está en pasar lo más pronto posible de hábitos alimentarios no saludables a otros diversos, nutritivos, seguros y sostenibles", aseguró.
Para conseguirlo, los países de Europa y Asia Central deberán reformar los sistemas alimentarios, reducir los desperdicios y pérdidas de alimentos, promover cultivos alternativos como las legumbres, desarrollar la agricultura familiar y conectar a los agricultores con los mercados, según la FAO.
También deberán aumentar el bienestar de la población rural y mejorar su acceso a la tierra y otros servicios que garanticen su desarrollo sostenible, al tiempo que tendrán que hacer frente a la degradación del suelo y a los problemas medioambientales, incluidos los efectos por el cambio climático.
Esta región ha logrado reducir el porcentaje de población con inseguridad alimentaria a menos del 5 %, mientras que el número estimado de hambrientos ha caído un 40 % desde 1990, hasta 5,9 millones de personas entre 2014 y 2016.