Retail

Ni covid ni internet detienen la expansión del ‘súper’ físico en España

El sector del supermercado sigue abriendo tiendas físicas incluso en plena pandemia, un fenómeno que de momento no detienen ni la covid-19 ni el aumento de las compras de alimentación a través de internet, frente a las voces que alertan desde hace años de una posible "burbuja".

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Hasta cuándo continuará esta expansión es la gran pregunta. En los últimos cinco años (2015-2019), el número de establecimientos gestionados por la distribución organizada ha crecido un 5,6 %, hasta superar los 24.300, según datos facilitados por la consultora Retail Data a Efeagro.

De media, en este lustro se han registrado 270 aperturas netas cada año; el dato es especialmente relevante si se tiene en cuenta que en este período Mercadona ya había completado la mayor parte de su expansión y que el grupo DIA ha cerrado en los últimos dos ejercicios cerca de 500 tiendas.

Y va a más: entre enero y mayo la cifra ha aumentado en 80 locales, pese a que desde mediados de marzo la pandemia paralizó prácticamente el país, lo que refleja un ritmo de crecimiento que se ralentiza pero que no se detiene ni siquiera en una crisis como ésta.

Más reformas y tiendas pequeñas

En España, los informes de consumo apuntan a un comprador que privilegia el supermercado de proximidad frente al hipermercado, cuya cuota sigue a la baja, pero también las tiendas pequeñas; aún así, en superficie el incremento desde 2015 es incluso mayor, del 6 %, y ya se superan los 14 millones de metros cuadrados.

La clave que explica esta subida en superficie son las reformas: «Cadenas como Mercadona o Lidl están reestructurando su red, cerrando algunos y abriendo otros más grandes», señala a Efeagro la socia directora de Retail Data, Raquel Segura.

En cuanto a la apertura neta de tiendas, la explicación viene del lado de las «de conveniencia», como las ubicadas dentro de las estaciones de servicio, que han pasado a estar operadas por grupos de distribución.

También influye que una parte de los establecimientos de barrio de alimentación, regentadas en muchas poblaciones por ciudadanos chinos o paquistaníes, se asocia a grandes cadenas o cooperativas, y pasan a engrosar la estadística.

¿Y qué ocurre con la rentabilidad? Responsables de supermercados han dicho públicamente que el ritmo de aperturas debe tener un límite ante el riesgo de «saturación», e incluso reconocen que ya hoy un nuevo establecimiento puede «canibalizar» parte de las ventas en otro local de la misma enseña.

Por ejemplo, el líder del mercado en España, Mercadona, da por cerrada su expansión en número de tiendas y considera que con sus más de 1.600 supermercados ha tocado techo; por el contrario, Carrefour ha acelerado su apuesta por gasolineras y pequeños locales -en su mayoría franquiciados-, ante la caída del formato híper.

Todo ello, además, en un sector donde el margen de beneficio se calcula en torno al 2-3 % de toda la facturación, notablemente inferior al de otras categorías comerciales, como la moda.

Dudas sobre la sostenibilidad del modelo

Entonces, ¿cómo ganan dinero? Por una parte, aumentando «la tarta» a repartir, gracias a ir arañando cuota a las tiendas de barrio independientes y los ultramarinos (también en zonas rurales), y por otra, apostando por productos de mayor valor añadido y con más margen, como los de la categoría de comida para llevar, donde empiezan a competir restando mercado a bares y restaurantes.

«Estamos ya en un punto de inflexión, la rentabilidad por metro cuadrado está ya muy cuestionada», contrapone Pablo Barrero, consultor especializado en distribución y ex directivo en empresas como Hiperdino o Aldi, y quien no tiene dudas de que «en breve empezará a haber cierres, sobre todo entre operadores regionales».

De hecho, grupos regionales potentes en sus comunidades como BM, Bonpreu, Condis, Consum o Gadisa ya están saliendo fuera de su área de influencia -o se lo están planteando- para crecer, ya que no les queda espacio para hacerlo en sus lugares de origen, y ahí se generarán «duplicidades».

No obstante, para Barrero el factor diferencial será el creciente peso del comercio electrónico, que se ha visto acelerado por la pandemia hasta pasar de un 2 a un 4 % de las ventas.

«Al subir el ‘online’ hay menos tráfico en tiendas, menos negocio y en las cuentas de resultados se va a notar», defiende el asesor, quien cita como ejemplo lo ocurrido ya en el textil, las agencias de viaje o la banca.