Sin embargo, también hay diferencias entre hombres y mujeres. Los hombres que viven solos son más propensos a llevar una dieta más deficiente en alimentos frescos que las mujeres. El estudio ha analizado 41 casos para investigar el vínculo entre las personas que viven solas y el tipo de alimentación. Dichos resultados han sido publicados en la revista Nutrition Reviews.
Según la doctora Hanna, una de las investigadoras que ha formado parte de esta investigación, las personas que viven solas tienen una menor diversidad en la ingesta de alimentos y un menor consumo del grupo de alimentos básicos, como son frutas, verduras y pescado.
En el año 2010, el 23 por ciento de los hogares australianos estaban habitados por un solo miembro. La investigación sugiere que vivir solo puede ser un obstáculo para comer sano, ya que la falta de motivación y el disfrute de cocinar o comer a solas a menudo han conducido a preparar platos más simples o ingerir comida preparada.
La situación personal y económica son factores que también pueden influir en una menor ingesta de frutas y hortalizas frescas, ya que requiere una compra más frecuente y los productos frescos son más caros.
La doctora Hanna señala que existen varias estrategias que podrían ayudar a derribar los posibles obstáculos para que los hogares unifamiliares puedan llevar una alimentación saludable, como son programas centrados en despertar las habilidades culinarias, entre otros.