Lo que comenzó como un hobby ha acabado teniendo forma empresarial, el de una joven empresa que desde hace poco más de un año se dedica a la fabricación de drones "a la carta" y que ha sido bautizada como Überbaum que, traducido del alemán, significa sobre los arboles.
Los hermanos Andrés y Miguel Ángel Sanz Vidal, farmacéutico y estudiante de dirección de empresas respectivamente, Alejandro Ferrero, ingeniero industrial, y Miguel Sanz Acebes, ingeniero técnico forestal, son el alma de esta empresa a la que después se han unido Roberto Rodríguez, ingeniero aeronáutico, Jose Luis Pardo, piloto y campeón de España de vuelo 3D, y María Bilbao, comercial.
Entre todos forman un equipo joven, ninguno pasa de los 28 años, y multidisciplinar, que ha decidido aplicar la tecnología de los drones al negocio mas antiguo de la historia, la agricultura.
De hecho el objetivo inicial de Überbaum era fabricar drones para hacer tratamientos fitosanitarios y "facilitar así la aplicación de ciertos tratamientos que a día de hoy sólo pueden hacerse a pie, ahorrando costes y siendo más eficientes al fumigar desde el aire", explica a Efe Andrés Sanz.
Pero una vez metidos en el campo de los drones han descubierto la infinidad de aplicaciones que puede tener el sector si se trabaja a la inversa, es decir "adaptando el producto a las necesidades y fabricando drones a medida".
Por eso en Überbaum desarrollan aviones, planeadores, multirrotores y helicópteros personalizados con cámaras térmicas, cámaras fotográficas, pilotaje automático y toda la estructura electrónica necesaria para "personalizar al máximo cada proyecto con la tecnología que hay disponible a nivel mundial, modificando los aparatos comerciales que existen en el mercado a la medida de las necesidades".
Su producto estrella es el helicóptero fumigador "que hemos desarrollado desde cero" y que ha contado en su desarrollo con el asesoramiento de técnicos agrónomos para adaptarlo a las necesidades del campo.
El resultado ha sido "un diseño pionero que no existe ni en España ni en Europa" y que han sacado al mercado recientemente en dos tamaños, que pueden levantar entre 7 y 15 kilos de carga útil y tiene pilotaje autónomo.
Además permite programar las coordenadas donde se quiere actuar e incorpora una barra especial para fumigar como explica Miguel Ángel Sanz, porque su principal aplicación es la fumigación para tratamientos agrícolas y forestales y para el control de plagas.
Algo que hace de forma muy efectiva ya que puede volar a un metro del suelo "lo que permite al agricultor hacer un tratamiento muy concreto y ahorrar costes". Pero con una cámara térmica incorporada sirve también para "vigilar zonas forestales en verano y evitar incendios", agrega.
Pero Überbaum va mucho más allá y está desarrollando drones con infinidad de aplicaciones, acoplando cámaras, gps, cámaras térmicas, cámaras con infrarrojos para hacer mapas y ortofotografía, para detectar daños en estructuras de edificios haciendo pruebas químicas a grandes alturas sin necesidad de andamios, para hacer mapas de verdor en un cultivo, ver índices agrícolas, detectar suelos o plantas que necesitan algún tratamiento.
Aplicaciones infinitas en distintos sectores, agricultura, viticultura, empresas de ingeniería forestal, de montes, de plagas, de construcción, arquitectura, patrimonio, "basta con pensar en el sector a aplicar y desarrollar el producto", insisten los hermanos Sanz.
De hecho, el último reto es diseñar un dron para el tratamiento de la avispa asiática, un gran problema que afecta a toda la cornisa cantábrica y empieza a llegar a Castilla y León y que podría controlarse con un dron que inyecte un líquido en los nidos y acabe con el problema.