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Los cambios de hábitos alimentarios en la primera ola no mejoraron las dietas

Los cambios de hábitos alimentarios que se produjeron durante la primera ola de la pandemia no trajeron mejoras nutricionales en la dieta de los españoles, según un estudio epidemiológico nutricional realizado por investigadoras españolas.

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El estudio analiza cómo cambiaron los patrones de compra de alimentos en los hogares españoles durante el confinamiento debido al primer estado de alarma (del 14 de marzo al 21 de junio de 2020) y después del mismo.

El trabajo ha sido desarrollado por expertas del CIBER de Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp), el Instituto de Salud Carlos III y la Universidad Complutense de Madrid.

Y concluye que el valor energético de las compras de los hogares españoles en abril de 2020 se incrementó hasta un 38 % respecto al año anterior.

De acuerdo con la cantidad de alimentos comprados en los hogares, las expertas estiman un valor energético de la dieta de 2.801 kilocalorías por persona y día en abril de 2020, lo que representa un aumento en 771 con respecto al mismo mes de 2019.

En marzo y mayo, el aumento fue de 528 kilocalorías y 520, respectivamente (más de un 26 %), y en junio fue de 343 kilocalorías, lo que supone más de un 18 %.

Durante los meses de confinamiento y los posteriores aumentaron las compras de todos los grupos de alimentos, especialmente bebidas alcohólicas (aumentaron hasta en un 75 % en abril con respecto al mismo mes de 2019), aperitivos (un 60 % más en el mismo mes), huevos, azúcares y dulces, verduras y hortalizas, y legumbres (un 63 % más en marzo con respecto al mismo mes del año anterior).

Estas compras implica cambios en la calidad nutricional de la dieta en los hogares, y así durante los primeros ocho meses de 2020 se pudo observar una reducción en la densidad de nutrientes como el calcio, yodo, zinc, selenio, riboflavina, vitaminas B12, D y A (especialmente en forma de retinol).

También se registró un aumento en la densidad de fibra, sodio, ácido fólico, carotenos y vitamina E, y el contenido de alcohol por mil kilocalorías se incrementó en más de un 20 % con respecto a 2019 de abril a julio, con lo que se mantuvo entre los componentes de mayor aumento continuado de la dieta en los hogares.

Según las expertas, estos nuevos hábitos adquiridos, tanto positivos como negativos, y sus posibles consecuencias, podrían no solo ser hechos puntuales debido a la situación vivida, sino que algunos de ellos podrían consolidarse y mantenerse a lo largo del tiempo.

Por eso, las especialistas remarcan la importancia de continuar con la vigilancia de la calidad de la dieta para detectar precozmente posibles cambios dietéticos negativos y establecer las medidas preventivas correspondientes.

Además, las autoras valoran la importancia de analizar los factores asociados a cambios en la dieta, identificar los grupos de población más propensos a adquirir hábitos poco saludables y promover factores asociados a cambios alimentarios positivos».