Mientras solucionaban la avería, los agentes policiales observaron como una gran cantidad de aves se introducían por los ventanales rotos de una nave situada a unos 250 metros y que de estas instalaciones salía un olor putrefacto.
También vieron como dos hombres, al detectar la presencia policial, emprendían la huida a pie, aunque fueron interceptados momentos después. En actitud «nerviosa», manifestaron que trabajaban en la nave pero que no podían aportar más datos.
Los policías entraron en el inmueble, en muy mal estado de conservación, con paredes y techos descorchados, cristales de las ventanas rotos, suelos deteriorados con líquidos vertidos y una gran cantidad de higos apilados en sacos.
La fruta se encontraba en muy mal estado higiénico sanitario, por lo que se requirió la presencia de los servicios veterinarios. Los agentes encontraron 170.000 kilos de higos que iban a ser llevados a una nave próxima para su lavado y transformación para el consumo humano.