El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) presenta hoy un esperado informe sobre recomendaciones en el uso del suelo donde la producción hortofrutícola no se ve afectada, sino todo lo contrario, ya que beneficia a sostener el CO2. Se espera que en el informe de hoy se hagan llamamientos a aumentar la masa forestal, reducir el uso de tierras para la ganadería e, indirectamente, consumir menos carne.
El informe fue debatido en la 50ª sesión del IPCC, celebrada en Ginebra del 2 al 6 de agosto, y se presenta en la misma semana en que una de las más destacadas figuras en la lucha climática, la adolescente sueca Greta Thunberg, se encuentra también en Suiza para movilizar a más jóvenes europeos en torno a esta urgencia global.
Además se publicará pocos días después de que la Organización Meteorológica Mundial, patrocinadora del IPCC junto al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, confirmara que el pasado mes de julio fue el más caluroso de la historia desde que se tiene registro, encendiendo aún más las alarmas.
Se espera que el principal mensaje del documento sea la búsqueda de un equilibrio entre el uso forestal, agrícola y ganadero, así como la adopción de hábitos alimentarios más sostenibles, para ayudar en la meta de que las temperaturas globales sólo aumenten un grado y medio, en línea con el Acuerdo de París de 2016.
Para ello, entre otras cosas, se darán recomendaciones para que los gobiernos mundiales detengan la deforestación, teniendo en cuenta que selvas y bosques de la Tierra absorben un tercio de las emisiones de dióxido de carbono, además de jugar un rol importante en el enfriamiento de la corteza o la generación de lluvias.
«Proteger y repoblar los bosques puede ser una de las opciones más eficaces para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero», destacó en los días previos a la presentación del informe la profesora de la Universidad de Miami Katharine Mach, presente en las reuniones de Ginebra.
El informe dará un papel importante a los bosques en la lucha contra la crisis climática, y con ello se espera también que a las muchas poblaciones indígenas que los habitan, con frecuencia perseguidas o amenazadas con la pérdida de su hábitat a causa de explotaciones mineras, agrícolas o industriales.
«Nadie entiende mejor el valor de los bosques que las comunidades indígenas y locales, guiadas por siglos de sabiduría y especialmente listas para gestionar proteger y recuperarlos», subrayó la relatora especial de la ONU para los derechos de los pueblos indígenas, Victoria Tauli-Corpuz.
Un 50 por ciento de las tierras globales, a menudo zonas boscosas tropicales, son habitadas por poblaciones indígenas, pero los gobiernos sólo reconocen su propiedad en la quinta parte de esos territorios, y los conflictos con empresas o individuos que quieren explotar esas zonas son permanentes.
Sólo desde la firma del Acuerdo París han sido asesinados al menos 365 activistas por la defensa de los derechos de la propiedad de la tierra, mientras que el pasado año la pérdida de masa forestal en bosques tropicales, incluido el Amazonas, ascendió a 120 000 kilómetros cuadrados (equivalente al área de Grecia).