Tierra de Lazos nació de una idea simple: ayudar a un vecino que se instalaba. Trabajando en las dinámicas de
creación de empresas en ambiente rural, el fundador de la asociación, el holandés Sjoerd Wartena, hizo una doble
constatación: el principal freno a la instalación de los agricultores era el acceso a la propiedad territorial; y la
especulación sobre el impuesto territorial se aceleraba con el desarrollo del turismo, las actividades de ocio y la
urbanización. Desde el año 2000, el precio de la hectárea ha aumentado un 40 %.
Con 200 explotaciones que desaparecen cada semana, es decir 2000 hectáreas, es el equivalente de la desaparición
de la ciudad de París cada dos meses. Para preservar el terreno agrícola y frenar la decadencia de la profesión, había
que facilitar a los agricultores con proyectos de instalación los medios para ello. Comenzaron a trabajar en 1998,
creando grupos de reflexión, indagando en varias regiones y mirando lo que se hacía en el extranjero para este tipo de
adquisiciones.
La tierra no es una mercancía que se pueda dejar administrar por los mercados, como es el caso desde hace treinta
años. Al contrario, es un bien común – como el aire y el agua- que hay que proteger. Defienden que se debía adquirir
gracias a un accionariado ciudadano.
Desde siempre, los empresarios agrícolas compran a lo largo del tiempo tierras. En el año 2007, crearon una sociedad
territorial para comprar colectivamente bienes destinados al alquiler. El acceso a la herramienta de trabajo es seis
veces más barato que en propiedad plena, adquirida a crédito.
Los accionistas son ciudadanos, consumidores, que quieren dar sentido a su ahorro pero también renovar lazos con la
tierra. Tierra de Lazos no funciona a través de los circuitos financieros clásicos, cuentan con el Label Finansol, pero la
mayoría de sus inversores acceden en directo hasta ellos. Los distribuidores de productos eco: Biocoop, Naturalia,
Satoriz, etc.- han propuesto a sus clientes ahorrar a través de Tierra de Lazos.
Desde hace tres años, una red asociativa se instaló reagrupando a los 1500 adherentes de Tierra de lazos. En veinte
regiones, sus agentes han sido formados en el funcionamiento de la propiedad territorial y de los instrumentos
financieros. Pueden explicar a futuros ahorradores la acción que llevan, efectuando un trabajo de base y educativo.
Quieren que el ciudadano se de cuenta que, con su dinero, puede tener una acción, ciertamente modesta, pero
dedicando su ahorro a un proyecto preciso. La media de las inversiones de los 6000 accionistas es de 2500 euros, en
un abanico entre 1000 y 10000 euros, para el 60 % de accionistas. Tienen muy pocos accionistas pequeños, el mayor
es de 250.000 euros.
El portador del proyecto es quien identifica un lote y solicita comprarlo con el fin de garantizar el uso agrícola. Tierra de
lazos recibe el proyecto y responde a la petición de instalación y a la solicitud de acceso a la propiedad territorial.
Finalmente, la tierra se pone en arrendamiento rústico con condiciones medioambientales contractuales. Tierra de
lazos invierte por término medio cerca de 200.000 euros para comprar la tierra. Después hay que crear el instrumento
de producción.
Los objetivos son a la vez medioambientales y educativos, y están vinculados a las finanzas responsables. En el portal
Web están detallados todos los proyectos vinculados a las tierras compradas.
El reto principal de Tierra de lazos es la transmisión de las tierras. Más del 55 % de la población agrícola tiene más de
55 años y estará en posición de transmitir sus bienes en los cinco próximos años. Los agricultores son, más de un 80
%, propietarios de sus tierras. La propiedad territorial permite la instalación de agricultores pero no responde a la
preocupación de transmitir un uso respetuoso del medio ambiente.
Por ello han creado una fundación de utilidad pública que aporta la garantía de condiciones de uso inscritas en actas
notariales, y un control del Estado sobre el respeto de las condiciones. Los donantes de campos agrícolas son de dos
tipos: personas que encuentran en Tierra de lazos una garantía moral del uso futuro de su campo agrícola y
administraciones públicas que quieren perpetuar una elección ecológica u otra más allá de las alternativas electorales.
Tierra de lazos es todavía una gota de agua en la gestión territorial, el movimiento tiene menos de cuatro años, es
todavía joven, pero está en crecimiento continuo, pasando de 50.000 euros a 20 millones de euros de capital, de nada
a 70 explotaciones, de 100 a 1500 adherentes, de cero a 600 donantes. Sobre todo, su impacto sobre los territorios es
importante. Tierra de lazos aparece como un nuevo agente, entre los poderes públicos y la profesión agrícola.
Desde hace dos años, responden a una demanda creciente en países europeos: Alemania, Italia, Reino Unido,
Ucrania. Existen allí fundaciones para la preservación del patrimonio, pero nada sobre la dinámica de instalación y
ahorro ciudadano. Es la originalidad que, en opinión de Tierra de Lazos, interesa a la vez a actores del mundo agrícola
y la propiedad territorial.





















