Centenares de desempleados del ladrillo reclaman un puesto en un sector que despreciaron en su día y que ahora no puede absorberlos
La crisis que sufre el sector de la construcción -centrada en la edificación de viviendas- ha provocado que en estos momentos el sector agrícola de la provincia tenga listas de espera de trabajadores que en su día abandonaron la agricultura para recalar en el ladrillo, y que hoy no tienen cabida en el campo, ya que los puestos están copados, mayoritariamente, por los inmigrantes a los que los empresarios hortofrutícolas tuvieron que recurrir hace cuatro años para poder mantener la actividad. La falta de trabajo en la construcción ha generado desde enero una bolsa de parados de cerca de 20.000 personas que no han podido ser absorbidas por los servicios y la hostelería, también en crisis, y que se encuentran ahora con que tampoco pueden, en muchos casos, ni volver al campo de donde salieron, la esponja que tradicionalmente absorbía gran parte de una mano de obra poco cualificada. Actualmente, el sector agrícola en Alicante -270.000 hectáreas en explotación- genera unos 150.000 empleos al año (cítricos, flores, hortalizas y uva de mesa) y en algunos municipios llega a concentrar hasta al 7% de la población activa. De esa cantidad, unos 8.000 son inmigrantes que llegaron «cuando nadie quería trabajar el campo y que hoy cierran el paso a nuevas contrataciones», apuntaron ayer fuentes de la Federación Provincial de Comunidades de Regantes. De hecho la cifra de parados en la agricultura se mantiene prácticamente invariable desde enero -2.226 desempleados a 30 de junio, prácticamente la misma cifra con la que cerró 2007-.
El gerente de una de las empresas hortofrutícolas punteras de la provincia confesaba ayer que tenía sobre la mesa del despacho unas 400 solicitudes de trabajo de operarios de la construcción que se han ido al paro desde enero. Fontaneros, albañiles, carpinteros, ebanistas… a los que se rifaban los promotores en los tiempos del «boom» de la construcción y que hora se han quedado en situación de desempleo y sin posibilidad de recalar en la agricultura, un sector otrora duro pero donde las condiciones laborales han cambiado sustancialmente en los últimos años. Gracias a la modernización, el 85% de los empleados agrícolas trabaja en los almacenes, por el 15% que sigue haciéndolo en pleno campo. La falta de trabajo en la provincia y en el resto de las explotaciones agrarias de la Comunidad ha hecho, por otro lado, que este año el contingente de vendimiadores valencianos en Francia -1.200- sea el más numeroso de España.
Precisamente, la propia estructura del sector agrícola alicantino garantiza su supervivencia en los próximos años pese al envejecimiento de la población, una realidad de la que ayer alertó la Federación Nacional de Comunidad de Regantes. Según la patronal, buena parte de la explotaciones agrarias de secano -en la provincia se concentra en la Montaña- puede desaparecer en un plazo de entre doce y quince años por falta de relevo generacional y poca rentabilidad. «El caso de Alicante es diferente porque tiene una agricultura muy productiva. Ahora mismo existen listas de espera de trabajadores y nuestro gran problema no es otro que el no tener garantizado el suministro de agua de calidad. Si falta agua no habrá trabajo en el futuro ni para los españoles ni para los inmigrantes», alertaron desde la Federación.
Ángel Urbina, portavoz de Riegos de Levante, una de las comunidades más potentes de la UE -20.000 agricultores- se mostró tajante. «Aquí el desfile de personas buscando empleo es incesante pero no hay trabajo. No se ha plantado, no hay agua y así no puede haber jornales. La construcción se ha hundido pero la agricultura llevaba hundida tres años años, cuando siempre habíamos tirado del empleo».