La Universidad de La Rioja (UR), en un comunicado, ha detallado hoy el contenido de este estudio, que es la primera de las aplicaciones prácticas del proyecto en el que se secuenció el genoma de la araña roja y que está liderado por Miodrag Grbic, investigador vinculado al Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV).
Thomas van Leeuwen, de la Universidad de Gante (Bélgica), es el autor principal de este nuevo estudio, que publicará los próximos días la revista americana «Proceedings of the National Academy of Sciences».
Conocer el genoma permite saber cómo actúan molecularmente insecticidas y acaricidas específicos, lo que puede ayudar al desarrollo de nuevos plaguicidas más efectivos y menos tóxicos para otros organismos, según la UR, que forma parte del ICVV junto al Gobierno de La Rioja y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Este estudio, en el que participan investigadores del ICVV junto a otros socios internacionales, ha permitido identificar el modo de actuación del etoxazol, un acaricida empleado comúnmente y que está a la vanguardia en el control de la araña roja en la agricultura; así como la manera en la que los ácaros desarrollan la resistencia al plaguicida.
También ha demostrado que el etoxazol inhibe la síntesis de quitina, que es un compuesto necesario para la formación del caparazón (exoesqueleto) de los ácaros, según la UR.
Ha añadido que, hasta ahora, la falta de recursos genómicos ha limitado la comprensión de algunos rasgos de los artrópodos con importancia en términos ecológicos y económicos.
Este estudio, ha detallado, abre la esperanza de que el uso «inteligente» de la nuevas tecnologías y de los nuevos métodos genéticos permitan un rápido progreso en esta área.
Ha recordado que la pequeña araña roja, denominada «Tetranychus urticae» y de 0,3 milímetros de longitud, es una plaga muy destructiva, que ataca en todo el mundo a más de 150 plantas cultivadas, como tomates, pimientos, fresas, flores, manzanas, peras, uvas y soja, y que produce pérdidas económicas superiores a los mil millones de dólares al año.
Sus datos indican que es una plaga muy difícil de controlar porque desarrolla rápidamente resistencia a diversos plaguicidas y ya se han registrado 389 casos de resistencia.
Ello significa, medido en tiempo, que estos ácaros suelen desarrollar resistencia a los acaricidas entre dos y cuatro años después de verse expuestos a ellos.