El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo, advierte de la necesidad de introducir ciertos cambios en la segunda fase del Plan Nacional de Regadíos (PNR-Horizonte 2015) para garantizar su viabilidad y asegurar la competitividad de la agricultura.
El presidente de Fenacore reconoce en un comunicado que el PNR-H 2008 y el Plan de Choque permitieron que alrededor del 65% de los regadíos españoles mejorara su eficiencia, pero que aún hay más de un millón de hectáreas que cuenta todavía con distribuciones defectuosas y sistemas poco eficientes.
Por ello, entre los retos que debe afrontar esta nueva fase de modernización de regadíos recién comenzada, destacan aspectos tales como la adaptación del diseño del proyecto a los nuevos costes energéticos o la optimización del desnivel geométrico de las zonas regables para reducir al máximo el consumo de energía.
Según Fenacore, también será necesario acometer obras en las que prime la rentabilidad de la explotación sobre «el nivel técnico» de la infraestructura.
Fenacore cree que los criterios de diseño de los proyectos de modernización de regadíos reflejados en el PNR-Horizonte 2015 deben ser distintos a los de la primera fase, ajustándose a la variación de los costes energéticos, ya que, de lo contrario, puede resultar «inviable» la transformación de las más de 1,1 millón de hectáreas previstas en esta segunda fase del plan.
Insiste en que si el Ministerio de Industria no adopta medidas que permitan a los regantes adaptarse a las nuevas tarifas eléctricas, tales como pagar por la potencia realmente utilizada o disponer de un tipo de IVA reducido, puede ponerse «en grave peligro» la viabilidad económica.
En esta nueva coyuntura económica, Fenacore encuentra fundamental acometer proyectos más rentables en la explotación y más económicos en infraestructuras, de manera que el esfuerzo económico que debe llevar a cabo el regante al transformar sus regadíos en sistemas más eficientes, no vaya acompañado de sobrecostes «excesivos» de mantenimiento o consumo (energía) que minimicen su margen de beneficio.
Según Del Campo, «en este punto, la energía vuelve a ser una variable de coste muy importante. A las costosas inversiones que los regantes hemos asumido en estos últimos años para transformar los sistemas de riego por gravedad a los nuevos mecanismos de riego por presión, debemos sumar ahora el incremento desorbitado de los costes energéticos no valorados previamente en los proyectos de modernización».
Otro de los aspectos que Fenacore considera necesario simplificar en esta segunda fase del plan es la cierta complejidad del funcionamiento de algunos de los nuevos sistemas de riego, a través de la implementación de infraestructuras que permitan a los regantes un uso más sencillo y menos especializado en su actividad cotidiana.
Fenacore apunta que la nueva fase del plan debe centrarse en la ejecución de obras más prácticas que faciliten el trabajo diario de los regantes.
También cree que la modernización de las infraestructuras debe ir de la mano, como hasta ahora, de la modernización de la gestión orientándose a un mejor uso de los recursos (agua, energía, etc.), con el fin de que los regantes puedan sacar el «máximo partido» a la inversión económica realizada en transformar sus mecanismos de riego hacia sistemas más eficientes.