De acuerdo con este estudio, -realizado por investigadores de la Universidad de Aveiro en huertas del área de Oporto pero cuyas conclusiones pueden extrapolarse a las de todo el país-, se ha detectado cobre, zinc, plomo o cadmio en cantidades que pueden hacer que esos metales entren en la cadena alimentaria y lleguen al consumidor.
"Los consumidores deben preocuparse en conocer el origen de los productos vegetales y animales que consumen" y saber si se hizo "un análisis de calidad del suelo y de esos productos", alertó Sónia Rodrigues, investigadora y coordinadora del estudio.
A pesar de que la concentración de metales pesados detectada en otras ciudades europeas es similar a la observada en Portugal, el problema es que en este país "no se han fijado límites para elementos potencialmente tóxicos en suelos de áreas agrícolas, residenciales e industriales", señala el comunicado difundido por los investigadores.
"Es fundamental implementar criterios de calidad que sean adecuados a los suelos más comunes de Portugal", según la misma nota, que agrega de que el problema se ha detectado también en zonas usadas para pasto de animales.
El estudio alerta asimismo de que las actividades industriales y urbanísticas en las ciudades pueden contribuir a la contaminación de los suelos usados para huertas urbanas.
En la ciudad de Lisboa, actualmente hay ocho parques hortícolas del Ayuntamiento en funcionamiento, con un total de 31 hectáreas de superficie, y solo en 2013 se inauguraron 287 terrenos para el cultivo en la región de la capital.