La crucífera española es hoy el segundo producto que más se destina al congelado, tan solo detrás del denominado grupo de mezclas de verduras, lo que supone un 13 por ciento del total. Además, el año pasado el 93 por ciento de esta producción (103.000 toneladas) se destinó a la exportación.
Asociaciones y empresas del sector coinciden en recomendar el consumo de brócoli ultracongelado, sobre todo en verano por su capacidad para hidratar el cuerpo en días de intenso calor, ya que se conservan mejor sus nutrientes, gracias también a procesos previos que pasan por el troceado del producto, prelavado y lavado en agua, escaldado con vapor o enfriado sin conservantes ni aditivos, como explica Antolín Imas, director agronómico de Gelagri Ibérica, empresa especializada en la comercialización y fabricación de vegetales congelados.
Brócoli más económico y fácil de cocinar
También se aconseja desde el campo científico, ya que supone un alargamiento de la vida útil de la hortaliza y de sus propiedades, respaldado por el escaldado, que “previene la acción de enzimas oxidativas que lo puedan estropear”, según indica Diego A. Moreno, investigador del Laboratorio de Fitoquímica del Departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de CEBAS-CSIC, que colabora de forma activa con +Brócoli.
“Suele retenerse un alto porcentaje de nutrientes y fitoquímicos (clorofilas, carotenoides, glucosinolatos y polifenoles), que varía entre un 40 y un 70 por ciento, según el nutrimento y la técnica utilizada”, explica Moreno.
El brócoli congelado es más económico y necesita menos tiempo de preparación que en fresco.
El investigador recomienda pasarlo al vapor sin descongelar o hervirlo con agua en la sartén durante 3-5 minutos para conseguir una verdura “con una textura más crujiente y apetecible”, o hasta 8 minutos para que quede más tierno sin perder propiedades. También podemos tomarlo de manera saludable a la plancha y salteado, preferiblemente, o bien, cocinado al microondas en bolsas que están preparadas para este uso, según apunta Imas.