"Tendremos que esperar para ver qué acuerdo final se establece; si será un modelo similar a Noruega o como el que tiene Suiza. En cualquier caso, la actividad agroalimentaria se complicará, lo que no quiere decir que vaya a cesar, dado que tanto la Unión Europea como Reino Unido en este ámbito se necesitan y tendrán que seguir trabajando juntos", ha argumentado.
El especialista ha citado el etiquetado como una de las áreas potencialmente delicadas, en función de si el Reino Unido adopta "una legislación similar a la de la UE o si se inclina por una regulación en línea con la de Estados Unidos".
Otro punto de interés es el relacionado con controles, residuos de plaguicidas y aspectos microbiológicos, en el que Londres deberá decidir si opta por aplicar nuevos reglamentos con criterios diferentes a los comunitarios.
El Reino Unido también necesitará un sistema de alerta rápida -destinada a avisar de potenciales riesgos sanitarios en alimentos- propio y diferente al europeo, con el que previsiblemente tendrá que coordinarse.
El comercio alimentario entre los dos bloques se verá afectado tras el resultado del referéndum del pasado 23 de junio, según el responsable del departamento de Legislación del Ainia, en ambos sentidos.
De acuerdo con sus datos, el Reino Unido fue el destino de 1,46 millones de toneladas de frutas y hortalizas frescas procedentes de España en 2015, lo que le sitúa como tercer destino de sus productos agrícolas sólo por detrás de Alemania y Francia.
Ferrer, además, ha insistido en que se verán igualmente perjudicadas las exportaciones de productos agroalimentarios procedentes de las islas británicas.