Su propósito es ayudar a los cultivadores a abordar los peligros microbiológicos a través de buenas prácticas agrícolas, de higiene en la producción (cultivo, cosecha y poscosecha) e incluso durante el transporte y puede también resultar útil para los inspectores oficiales en la ejecución de sus auditorías.
El documento explica que la mayoría de los brotes verificados en la UE guardan relación con productos alimenticios de origen animal y solo en el 7,1 por ciento había implicación de frutas y hortalizas.
De estos últimos menciona que los brotes verificados se han detectado principalmente en frambuesas congeladas contaminadas con norovirus, en hortalizas y zumos, donde se ha constatado un aumento con respecto a 2013.
Desde Bruselas aseguran que «no se puede infravalorar» las posibles consecuencias de la contaminación microbiológica de frutas y hortalizas frescas, como demuestra la crisis alemana relacionada con la contaminación de semillas germinadas con Escherichia coli verotoxígena (ECVT) en 2011.
