El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) constató un acaparamiento de alimentos justo la semana antes de que comenzara el confinamiento de las familias en casa, con un «efecto de normalización de las compras» en los días posteriores, que sobre todo se centralizaron en supermercados y tiendas de cercanía.
En frutas y hortalizas, los últimos datos de Agricultura -relativos a la primera semana de confinamiento (del 16 al 22 de marzo)- arrojaban un mantenimiento del consumo respecto al mismo periodo de 2019.
Los productos que más salida están teniendo en el Mercado de Frutas y Hortalizas de Mercamadrid son los «de primera necesidad que tienen más aguante», como la «patata, cebolla, clementina, plátano, manzana, pera, naranja o ajos», ha apuntado a Efeagro Antonio Guerrero, uno de los directivos de la asociación Asomafrut.
Guerrero ha indicado también que ha bajado la demanda de otros productos «más de capricho», como el mango, la piña o la papaya, y que cuando las temperaturas no son altas, como está ocurriendo esta primavera, el consumo de repollo, brécol o coliflor aumentan.
Las medidas por la COVID-19 han generado que se disparen las salidas de manzana y pera en las cámaras catalanas entre un 50 y 100 % durante las primeras semanas de confinamiento, según la asociación Afrucat.
Incremento de la demanda nacional
Desde Intercitrus, la interprofesional de la naranja, ha señalado que «se han apreciado en algunos casos un incremento de la demanda nacional y a nivel europeo, quizá motivada por la percepción de los consumidores de que los aportes de vitamina C de los cítricos pudieran ser beneficiosos en esta situación».
Fuentes del Comité de Gestión de Cítricos (CGC) han coincidido con Intercitrus en ese fortalecimiento de la demanda y de los precios en origen pero han matizado que, sin embargo, se produce en un momento en el que el coste del transporte por carretera ha subido entre el 30 y el 50 %.
Ese aumento se debe, según ambas organizaciones, a que ahora los camiones vuelven vacíos, sin otra carga de vuelta, y a las complicaciones derivadas de los controles adicionales en frontera, que ralentizan los envíos.
Desde el CGC han añadido que persisten los problemas para contratar contenedores para los envíos por barco.
Las restricciones en el transporte, concretamente en el número de temporeros por vehículo cuando van a su lugar de trabajo, también están marcando las campañas hortofrutícolas.
El gerente de la asociación almeriense Coexphal, Luis Miguel Fernández Sierra, ha asegurado que «los envíos han caído levemente, más por las dificultades derivadas de la problemática en el transporte para que los trabajadores puedan incorporarse a sus puestos de trabajo que por la caída de la demanda».
Para Fernández Sierra la campaña en los invernaderos «evoluciona con fluidez», aunque dependerá del comportamiento del consumidor ante la situación actual y de la llegada del buen tiempo para productos como la sandía y el melón, cuya comercialización comenzará a mediados o finales de abril.
Entre los subsectores más perjudicados por las circunstancias que acompañan al freno de la COVID-19 se encuentran la flor cortada (por la cancelación de celebraciones como Las Fallas o Semana Santa) y el espárrago verde de Granada (por falta de los pedidos de la hostelería), según han denunciado varias organizaciones agrarias.
La fresa de Huelva, debido al descenso de la demanda por ser una fruta perecedera, ha recortado sus ventas un 50 % en relación a una campaña normal, según la asociación Freshuelva, que vio cómo el cierre de la frontera de Marruecos impedía hace unas semanas la incorporación al trabajo de recogida de más de 9.000 temporeras.
En el caso del sector de la fresa y frutos rojos y el de flor cortada y planta ornamental, el MAPA ha solicitado a Bruselas ayudas para la retirada del mercado de producto y por no efectuar la cosecha.