La investigación destaca la idoneidad de la utilización de los techos de los edificios de los parques comerciales para esta innovadora actividad debido a sus características arquitectónicas, pero pone de manifiesto las posibilidades que ofrecen las extensas cubiertas de las industrias para su implementación a gran escala.
Según la investigadora, la agricultura urbana está proliferando en torno a las ciudades como respuesta al aumento de la población, la creciente concienciación ambiental y la necesidad de abordar problemáticas sociales.
"Estos nuevos sistemas de producción local permiten desarrollar modelos sostenibles que restablezcan las relaciones entre productores y consumidores, impulsan las economías locales y reducen el transporte de alimentos", señala el estudio.
Por otra parte, la crisis financiera ha favorecido la expansión de espacios abandonados en las ciudades donde han surgido proyectos de agricultura urbana ya sean iniciativas de autogestión, privada o comunitaria, o comerciales.
Los nuevos agricultores urbanos han encontrado en las azoteas de la ciudad un espacio donde instalar granjas, invernaderos y jardines para producir alimentos, dando lugar a lo que se conoce como "agricultura urbana en cubierta".
A partir del análisis de tres casos, la tesis trata de responder a dos preguntas: "¿Cuál es el potencial de la agricultura urbana en cubierta en términos cualitativos y cuantitativo?" y "¿Cuáles son los impactos ambientales y los costes económicos de las diferentes formas de agricultura urbana en cubierta?".
Sanyé-Mengual analiza las percepciones de los diferentes actores relacionados con la agricultura en cubierta, identifica las azoteas disponibles y viables para implementar la actividad mediante sistemas de información geográfica, y cuantifica las cargas ambientales y los costes de diversas formas de agricultura en cubierta mediante el análisis del ciclo de vida.
La investigación muestra cómo esta actividad tiene un gran potencial para aumentar la producción local de alimentos y reducir las cargas ambientales del flujo de alimentos de la ciudad.
Para valorar qué techos son técnica y económicamente viables para su utilización analizó cuestiones como la disponibilidad de espacio (un mínimo de 500 metros cuadrados), la luz solar, la resistencia y la pendiente así como requisitos legales y de planificación.
Así, los parques comerciales muestran un mayor potencial a corto plazo (más del 50 por ciento serían utilizables en la actualidad) que los parques industriales (8 por ciento) debido a su arquitectura más resistente para la ubicación de invernaderos.
A pesar de ello, las cubiertas industriales son mucho más grandes y se podrían utilizar a largo plazo a gran escala.
De hecho, el estudio concluye que en este 8 por ciento de cubiertas de la Zona Franca se podría cultivar la cantidad necesaria para abastecer de tomates al 10 por ciento de la población de Barcelona.
En cuanto al coste económico, aunque la producción de tomates es un 21 por ciento más cara si se hace en los techos de los edificios, cuando se considera toda la cadena de suministro convencional (envases, transporte …) resulta un 21 por ciento más económica, según el estudio.
Los cultivos de fruto, como el tomate, tienen un impacto ambiental más bajo y mejores resultados económicos que los cultivos de hoja, como la lechuga, ya que las productividad es más alta, resalta el trabajo.