Así se desprende de las previsiones de Fruilar, una de las dos comercializadoras de esta variedad de manzana en España, producida por 52 familias de las provincias de Lleida y Girona con prácticas sostenibles.
Según el director de Fruilar, Joan Serentill, la producción comenzó en España en el año 1997, toda «una aventura» a la vez que «un proyecto muy interesante», con un «crecimiento controlado» para adecuarse a la demanda del consumidor, sin que las explotaciones familiares dejen de conseguir rentabilidad.
Su cultivo, cuyo ciclo dura siete meses -es la primera manzana en florecer y la última en ser recolectada (a mano)- sólo es viable en zonas con gran diferencia térmica entre el día y la noche, ha explicado.
En la actualidad, la producción de manzana pink lady se concentra en unas 280 hectáreas y alcanza anualmente una media de 10.000 toneladas, de las que cerca del 50 % se exporta, preferentemente a otros países comunitarios.
La singularidad de esta fruta, además de su color rosa y resistencia, ya que «dura mucho en el frutero», es su «equilibrio entre el dulzor y la acidez» y que es «muy crocante» o firme al morderla, además de digestiva, ha destacado.