El alimento escogido fue el tomate y los virus de los que protegerá son la hepatitis C y el cólera. En 2011 empezaron las pruebas en ratones, luego en humanos y esperan que el alimento −el primero de su tipo en Sudamérica− sea comercializado en el futuro. Solo científicos de EE.UU., Japón, Australia y México trabajan en productos similares, considerados las vacunas del futuro, informa América Economía.
Patricio Arce, jefe del Departamento de Genética de Ciencias Biológicas de la UC y uno de los líderes de esta investigación, explica que una de las mayores ventajas de este tipo de"vacunas” es que, además de evitar el "pinchazo", tiene un bajo costo de almacenamiento. Ese es el gran problema de las vacunas tradicionales, que necesitan sistemas estériles de conservación, bajas temperaturas y un buen método de reconocimiento. "Eso equivale al 70 u 80 por ciento del precio de una vacuna", dice.
De acuerdo con Arce este panorama cambiaría radicalmente con las vacuna−alimento, ya que lo que se traslada no es el alimento en sí (en este caso el tomate), sino sus semillas, cuyos cuidados no serán muy diferentes a los que exige actualmente ese mercado: su transporte y almacenamiento deben estar protegidos contra la humedad, calor excesivo y deben estar correctamente embalados.
"En un saco de semillas vas a tener las dosis para miles de personas", dice el experto, quien agrega que para reproducirlos tampoco se necesitan condiciones especiales, excepto, plantarlos en campos separados para evitar la mezcla con otras especies.
¿Por qué usar un tomate y no otro vegetal? Esta fruta es de consumo fresco, se puede comer en una ensalada fácilmente o en un jugo. Una papa, por ejemplo, hay que cocerla, lo que podría hacer perder parte importante de su potencial inmunizador.