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Bueno y barato… pero en una crisis de confianza

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Entre una recesión sin precedentes en el consumo y una crisis de confianza instalada en el consumidor. Ignacio García Magarzo, director general de Asedas (Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados), alertó ayer en la capital riojana de que la mala información sobre la formación de los precios en alimentación y los debates cruzados en la cadena agroalimentaria provocan una preocupante «desconfianza» y una negativa «preocupación social».

En un acto organizado por Diario LA RIOJA en la sede logroñesa del Club de Marketing, el máximo responsable de Asedas, entidad que entre otras compañías integra a algunas de las más prestigiosas cadenas de supermercados nacionales (Mercadona, Consum, Grupo IFA…), pronunció ayer la conferencia ‘Mitos y realidades sobre los precios de la alimentación en España’.

«Nos hemos explicado siempre como una parte aislada, como si la distribución no formara parte de un conjunto, de la cadena», lamentó García Magarzo, quien admitió que los mitos y el desconocimiento sobre la formación de los precios forman un «círculo perfecto». Tras explicar que las oscilaciones de precios son siempre un problema, porque cuando suben perjudican a los consumidores y cuando bajan dañan a los productores, el responsable de Asedas destacó que «la mala información al consumidor y los debates cruzados en la cadena agroalimentaria, con acusaciones a la distribución, provoca una mayor presión sobre las autoridades, lo que se traduce siempre en preocupación social y ésta, en desconfianza». «Hay preocupación y desconfianza cuando los precios suben, pero también cuando bajan».

Una vez sentada la tesis de que la desconfianza puede dañar el consumo y provocar «graves daños en toda la cadena», García Magarzo dedicó el núcleo central de su intervención a desmentir con una batería de estadísticas oficiales algunos de los mitos más dañinos para el sector comercial alimentario nacional.

Así, frente a la aseveración de que en España hay unos márgenes excesivos que penalizan al consumidor con un incremento de precios, el directivo de Asedas destacó que «nuestro país goza de algunos de los mejores precios de Europa, cuatro puntos por debajo de la media de la UE de los 27 países y más de 13 puntos por debajo de franceses, alemanes o italianos». «Además de ser un país con productos agroalimentarios de gran calidad, España disfruta de unos de los precios de alimentación más bajos de la UE porque nuestro sistema de distribución es muy eficiente y el consumidor se beneficia de ello», remachó.

«Hay otro mito que asegura que la distribución en España está muy concentrada, lo que perjudica la competencia e incide negativamente en los precios», prosiguió García Magarzo, quien se enfrentó a dicha teoría con un completo arsenal de datos extraídos tanto de informes realizados por varios ministerios del Ejecutivo de España como de estudios de la consultora Nielsen. En ellos se refleja que con el 55% del mercado nacional copado por las principales cadenas distribuidoras, el nivel de concentración en España se mantiene en la media europea y, además, el reparto del mercado entre formatos de distribuidores se encuentra más segmentado y equilibrado que en la mayoría de la UE. Todo ello se traduce en «un incremento de la capacidad de elección del consumidor, lo que incide en positivo en la formación de los precios», destacó el dirigente de Asedas, quien, tras añadir tres cifras claves -329.369 puntos de venta de alimentación en España, 31.335 industrias y 3.000 cooperativas-, recordó que «en alimentos frescos, el comercio tradicional tiene casi la mitad de la cuota de mercado en España».

Mejora de la competitividad

La ‘guerra de precios’ con la excusa de la crisis, de la que algunos culpan al sector distribuidor, fue el tercer ‘mito’ contra el que arremetió García Magarzo. Frente a ello, ofreció un rápido repaso a la negativa evolución sufrida en el último lustro por las ventas del comercio al por menor en alimentación, con continuas bajadas, sobre todo a partir de mediados del 2008, «debido a la crisis sin precedentes en el consumo». También dibujó la senda recorrida por el IPC de alimentación desde el 2007 a la actualidad, con un descenso desde el 7,4 al actual 2,3, «mediante el ajuste de precios y un gran esfuerzo de todo el sector para dar un mensaje de confianza al consumidor con los mejores precios de Europa». No obvió tampoco el directivo los incrementos del IVA y la subida de precios de algunas materias primas, como los cereales, para asegurar que el esfuerzo del sector ha ido encaminado a no repercutir esas cargas en el consumidor. Por todo ello, lejos de la ‘guerra de precios’, García Magarzo defendió que «los distribuidores han reaccionado frente a la crisis ajustando aún más sus márgenes para favorecer al consumidor y el conjunto de la cadena alimentaria está respondiendo con una importante mejora de la competitividad».

Rechazada con rotundidad la falta de transparencia sobre los precios al recordar que «España posee la mejor información oficial de toda la Unión Europea sobre la formación de precios de los alimentos», García Magarzo despidió su intervención con una serie de ejes clave de cara al futuro inmediato. Entre ellos, destacó, la necesidad de que «España, una gran potencia alimentaria, debe tener una cadena agroalimentaria fuerte y competitiva, en la que se deben fortalecer los eslabones más débiles, el de los productores, para sustituir la competencia por la colaboración y superar los falsos debates que generan desconfianza».