Ayudas a los agricultores para que se conviertan en los guardianes del ambiente, esta es la nueva y provocadora propuesta para luchar contra el cambio climático lanzada hoy por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Con el título «Pagos a los agricultores por los servicios ambientales», la FAO presentó hoy su informe anual sobre el estado mundial de la agricultura y la alimentación de 2007.
«A pesar de un crecimiento económico mundial sin precedentes, 1.100 millones de personas todavía viven en una extrema pobreza y más de 850 millones padecen hambre crónica, mientras los ecosistemas están más amenazados que nunca», con esta triste conclusión comienza el informe de la FAO.
Y al mismo tiempo, asegura el documento, «la estrecha relación existente entre la pobreza, el hambre y la degradación del ecosistema es cada vez más clara».
La novedad es que la FAO ha visto en los campesinos los posibles salvadores y guardianes del ecosistema pero para ello, «es esencial que estas personas cuenten con los incentivos adecuados».
El Director General de la FAO, Jacques Diouf, en el prólogo del informe explica que «La agricultura emplea a más personas y consume más tierra y agua que cualquier otra actividad humana» y puede tanto «degradar las tierras, el agua, la atmósfera y los recursos biológicos del planeta, como mejorarlos».
El proyecto pago por servicios ambientales representa una forma de incrementar los incentivos para las prácticas agrícolas adecuadas, y a menudo para compensar la contaminación generada por otros sectores, añade la FAO.
En los estudios de la FAO se afirma que las producciones agrícolas son responsables del 30% de las emisiones de gas invernadero y el 20% de la desforestación.
Por lo buen parte de la protección de la naturaleza está en manos de «los más de dos mil millones de personas cuyos medios de vida dependen directamente de los cultivos, la ganadería, la pesca o los bosques».
La organización de las Naciones Unidas explica que los campesinos podrían utilizar estas ayudas para «almacenar los gases responsables del efecto invernadero, en especial en forma de carbono en el suelo, plantas y árboles»
Pero también colaborar a una «menor deforestación, la plantación de árboles, el incremento de la cubierta vegetal y la correcta gestión de los pastos».
Y el dato es esperanzador: los agricultores pueden ser capaces de almacenar 2.000 millones de toneladas de carbono en 2012 en cerca 50 países, que de esta manera no será vertido en el ambiente.
Aunque el informe también plantea el problema de que en algunos casos estas ayudas pueden provocar una «reducción del empleo agrícola o la subida de los precios de los alimentos».