"Tuvimos un período de aceleración de productividad en el Gobierno Lula (de Luiz Inácio Lula da Silva, 2003-2010) y de desaceleración en el de (Dilma) Rousseff, pero a pesar del cambio hay una tendencia de carga tributaria permanente", explicó Samuel Pessoa, investigador del Instituto Brasileño de Economía (IBE).
Pessoa atribuyó la desaceleración productiva a la baja inversión, lo que conduce a los analistas para una previsión de crecimiento en el sector de la agroindustria del 0,6 %, considerado por los mismos especialistas como "bajo".
Los analistas del mercado financiero, en tanto, redujeron por décima semana consecutiva la previsión de crecimiento de Brasil para 2014 y la situaron en el 0,86 %, frente al 0,90 % que proyectaban la pasada semana, informó este lunes el Banco Central.
A pesar de la proyección de un crecimiento mínimo para la agroindustria y de una reducción del Producto Interior Bruto (PIB) del país en este año, el vicepresidente brasileño, Michel Temer, destacó durante el mismo congreso el "éxito" del sector agrícola.
"La agroindustria es uno de los motores de la economía nacional y en un buen porcentaje del PIB, con un prestigio extraordinario del Gobierno a través de intereses subsidiados e incentivos más variados", apuntó Temer.
El vicepresidente refutó que las líneas de crédito no estén llegando al sector y puntualizó que el Gobierno realiza "préstamos" con reducción de intereses y "prolongamiento" de los plazos de pago de las deudas de crédito.
No obstante, Pessoa indicó que es "común" que el impacto en el nivel de la productividad sea asociado a la dinámica del mercado internacional, pero en el caso de Brasil esa premisa no se aplica en plenitud debido a que la economía del país es "cerrada" para el precio de las exportaciones e importaciones.
Después de la crisis de 2008, agregó Pessoa, Brasil pasó por un período de altos precios de las materias primas, con devaluación del dólar e inestabilidad inflacionaria, factores que se contraponen a una señalización de la dinámica de la economía internacional como única responsable del "freno" para la agroindustria.
Según el analista, para un aumento de la productividad es necesario "una ‘maduración’ de las políticas públicas institucionales" y a una elevación de la tasa cambiaria, que en la actualidad fluctúa por el 2,25 reales por dólar.
Sin cambios, Pessoa considera que Brasil pasará por una "reconfiguración" del escenario de inflación, que oscila próximo al límite de la meta oficial del 6,5 %, y por un "cierto control cambiario".
"Tenemos que hacer una reforma tributaria urgente, Brasil no tiene un ambiente favorable a los negocios (desde ese punto de vista) y nosotros somos de lejos el peor país en ese ítem", con exceso de burocracia, expresó.
En ese sentido, el politólogo Christian Lohbauer, consideró que antes de revaluar las políticas económicas para el sector, el desafío es hacer por fuera del área rural estén atentas e informadas sobre el desarrollo agropecuario del país.
"La agroindustria es una actividad que genera exportación, mueve y está salvando la economía del país", resaltó Lohnauer durante el evento.
Sobre las críticas a la carga tributaria y su interferencia en la agroindustria, Temer admitió las "dificultades" para implantar una reforma tributaria en Brasil.
"Es una cuestión delicada, pues no se consigue hacer en nuestro país. La reforma tributaria no va adelante. Entonces el Gobierno ha dado beneficios a sectores productivos del país, haciendo una especie de reforma ‘cortada’, que va a continuar sucediendo a lo largo de este período", subrayó.
Así, "hubo un incremento muy grande de la producción" por la alianza de la iniciativa "privada y pública".